todo es posible...
Vivir debería significar algo así como saborear cada instante, cada momento; deberíamos ser capaces de sentarnos en una silla de parar las prisas y observarnos desde el exterior, vernos fuera de nuestra representación teatral y protagonista para poder tomar decisiones más sensatas, más honestas y equilibradas acerca de nosotros, que nos permitan liberarnos del camino del ensayo y el error, de caer siempre en la misma piedra y que nos lleven a hacer del vivir algo de carácter placentero, lúdico y realmente gozoso. Deberíamos desear que el día nunca acabará, o desear que volviera cuanto antes a amanecer para volver a tomar las riendas de nuestras vidas, en esencia deberíamos desear ser eternamente jóvenes. Pero la personalidad forjada por las circunstancias de la vida nos tiende a envejecer, nos hace perder las ganas de vivir y entonces nos dejamos seducir por el óbice y la desidia de los días. Sin embargo el espíritu que insufla tu vida, el generador de tu impulso vital es eternamente