La llamada del destino…
Quizás aunque no lo sepamos, hacemos lo que podemos hasta que nuestro destino nos es revelado…
Sin embargo el destino es aquella parte que tú has de recorrer o has de hacer, aquello que te propones, un camino personal que a de llevarte a lo esperado.
Sin embargo, solemos confundir destino con recompensa. La recompensa es la máxima expresión emotiva del éxito, la felicidad, la paz, o la alegría, y el destino es la fuerza de voluntad que vas a tener de no fracasar, durante el tiempo que tardes en obtener lo anhelado y sentirte recompensado.
El destino es una fuerza, una potencia, una cualidad que poseemos y que por decirlo así, mueve montañas.
El destino del que te hablo, es un estado de la consciencia que va más allá de un espacio y un tiempo. Confundimos destino con el punto contrario al origen, el final, por ejemplo de un camino, de un recorrido. Y lo peor para no sentirnos fracasados aceptamos nuestro destino, confundiéndolo con que es lo que nos ha tocado en la vida, lo que merecemos.
Pero como te digo, todo esto es una construcción mental del ego.
El destino como campo de información de la consciencia es un acelerador del tiempo. Cuando aplicas tu voluntad en la vida estás utilizando el don del destino y cuando esto ocurre el tiempo siempre es el mismo, se vuelve una constante y a esa constante le llamaremos metamorfosis (lo que va más allá de la forma), y qué es lo que va más allá de la forma? Pues es simplemente un reconocimiento de ti y de tu voz interior, es una llamada ancestral que resuena a través de los tiempos, y que te exhorta a atravesar dicho tiempo sin importar las consecuencias.
Y para atravesar (ir a través de) el tiempo, la
única forma que tiene el destino de crear una metamorfosis es atreviéndose a hacer algo ya no diferente, sino diverso.
(Pasemos a explicar como la consciencia entiende diferente y diverso:)
Podíamos decir que por ejemplo en un objeto, lo diferente es todo aquello que no coincide lo uno con lo otro, a menor similitud mayor diferencia. Lo diverso se establece cuando creas una versión diferente, en este caso del propio objeto. Imagina una pelota de fútbol, y compárala ya no con otra de otro color, sino con una de baloncesto; son diferentes porque una es menos rugosa que la otra, pues la primera se usa con los pies y la segunda con las manos.
Ahora bien, imagina una pelota de rugby, esta se utiliza con las manos y con los pies, como las dos anteriores, pero se ha alterado su forma. Es una versión completamente diferente. Una metamorfosis.
Así es como puedes utilizar el destino, tú destino, tu potencial para hacer aquello que te imaginas, o sabes de ti, o anhelas en el pasar del tiempo.
Alterando la forma pero dejando en ella
algo de tu esencia, algo de ti que sea reconocido. Algo así como cuando al ver los trazos de una pintura reconoces que es del mismo artista, y esa es su firma.
Tu firma es tu firmeza y tu firmeza es la cualidad o virtud de ese destino o potencial del que te hablo, y que cambiará todo lo necesario si te atreves a utilizar tu tiempo, si vas más allá, si creas esa metamorfosis con un objetivo claro de ti. Para ello recuerda esto:
“Aquello que deseo y hago, lo hago por mi y para los demás.”
Pues al ser fruto de tu esencia servirá para crear un tiempo, o un lugar nuevo, una “diversión” (versión diferente) de la realidad, algo así como un nuevo juego como el que puedes jugar con una pelota de rugby…
La realidad es compleja, contradictoria, paradójica y, está claro,...oscura.
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