Valora lo que tienes…



 Lo que tienes o lo que posees en la vida es fruto de cómo te implicaste con ella, esto es obvio, pero lo que tienes dice mucho a cerca de ti, de cómo eres, de cómo piensas, de cómo sientes y en definitiva de cómo existes. 


Imagina por un momento, la mayoría de personas como tú y como yo tienen un coche, un trabajo, familia o amigos, y han creado así un espacio vital. Pero por ejemplo una persona que desea vivir en un ático denota tener más aspiraciones, vislumbrar un horizonte más lejano, le motiva el futuro y hará todo lo posible por superarse. Como superar la altura entre plantas subiendo por las escaleras, crea un esfuerzo para obtener una recompensa. 


Por la contra una persona que vive en un bajo, es más conformista, acepta lo que tiene, se adapta y saca también su provecho de ello, pero no le motiva el futuro sino que intenta solucionar el presente, lo que exponemos en los dos casos no es para comparar ni valorar que es mejor o peor, es simplemente una cuestión de actitudes y valores. 


Si le das valor al pasado, o lo ocurrido y a lo que te marcó y te hizo quien eres, vivirás arrastrando las secuelas de ese pasado. Sin embargo si valoraras lo que está por ocurrir, el futuro, tendrás una ventana nueva de tiempo, donde todo es posible, como te decía verás más lejos, estarás oteando el horizonte. 


Hay un concepto psicológico en la posesión que hemos confundido con el deseo. El deseo surge del recelo o envidia y se produce cuando quieres lo mismo que el resto para formar parte y estar presente en tu comunidad. 

Entonces posees cosas que igual no te corresponden y en cierto modo te limitan y limitan tu mente, tu consciencia y la posibilidad de existir en tu realidad. 


Recordemos, antes de continuar, que existir deriva del latín “existus”, cuyo significado es salir. 

La analogía del “éxito” o “salir” está representada y transcrita en el libro del Génesis, cuando se nos cuenta que Adán y Eva “salieron” del Edén, esto provocó que obtuviéramos el control del tiempo (cronos) que fuéramos dioses en acción debido a que mordimos la manzana que fue un acto revolucionario de búsqueda de libertad de ser o de “libre albedrío”.


Pero como te decía anulamos nuestro libre albedrío cuando deseamos poseer y suprimir un estresor ancestral como el hambre y el cobijo y por ejemplo aceptamos un salario que no sólo nos limita sino que postra al ostracismo la imaginación o la ilusión de ser de nuestra alma.  


Si te asocias al deseo, al tanto tienes tanto vales y lo justificas por que es lo común o porque te permite pagar tus deudas nunca estarás en paz contigo mismo pero si con tus deudores. 


Sin embargo, el deber o el derecho de existir viene de la palabra deuda, pero tú deuda no está en pagar o mantener “lo que tienes” sino en mostrar aquello que realmente eres y como eso que eres puede cambiar la realidad de la comunidad. 


Antiguamente a esto se le conocía como el don o los atributos, pero es más fácil que todo esto, cual es tu utilidad? Para que eres útil a ti y a los demás? Porque sólo utilizando tu don, lo que te diferencia, es que existes, te haces libre, y el tiempo juega a tu favor, todo lo que haces crece y se multiplica, es muy difícil que reste o divida porque te implicas con los demás desde tu don, y cuando uno da lo que tiene y lo comparte cambia la deuda o el deber por “Honor” y el honor es el reconocimiento de los demás para ti. 


Es cuando ellos, los que forman parte de tu vida también compartirán lo que son y eso te beneficiará, y ahí está lo que suma y multiplica y entonces es cuando el esfuerzo y el sufrimiento se extinguen y ya no deseas poseer, resulta que todo ocurre y cuando todo ocurre, desde este tipo de existencia, “lo que ocurre” corrige todo error y la vida se organiza y se disfruta y así es que existes. 


El verdadero jardín del Edén, está en compartir tu don, que por cierto no solo te hace diferente sino libre, esto te da la cualidad de ser único y singular, y entonces te darás cuenta de que tú ya no dependes de nadie, pero todos dependen de ti, y ahí realmente se verá como existes, cómo compartes cómo das sin esperar nada a cambio, “cómo donas tu tiempo” o si no lo has entendido aún cómo utilizas tu don, y cuando lo hagas hazlo libre y con respeto, no esperes nada a cambio y hazlo con amor. 


Porque el amor es lo único que percibimos y podemos darnos que trasciende las dimensiones del espacio y el tiempo.

Entonces este acto de amor es lo único que puede hacer que todo cambie, que dejes de poseer y desear, para que anheles.  

Y el anhelo es lo que desea tu alma, y si compartes tú don, tu anhelo será recompensado y así existiremos para siempre, nuestra esencia vivirá en el corazón de los demás y en sus

recuerdos…

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