Maria magdalena, la historia jamás contada...
Hace algo más de dos mil años, en Palestina, nacía un bebé de carácter singular, llamado a ser alguien muy especial. Su familia y sobretodo sus progenitores por lo singular de sus linajes, sabían bien que su descendiente permitiría liberar al pueblo judío, y así continuar la obra de su gran líder espiritual Moisés.
Sus padres habían sido escogidos por el Sanedrin, con conocimiento de causa, para que concibieran un libertador político que reclamará por linaje el trono del gran rey David. Así podrían reclamar dicho trono usurpado por Herodes Antipas, simpatizante romano, además de la liberación de la tierra prometida cuya administración política y militar estaba en aquella época en manos del gran e indomable imperio romano.
Este era el plan concebido por los guías espirituales del pueblo judío, los rabís que formaban el consejo del Sanedrin cuya misión era conservar las enseñanzas de Moisés y concluir su inacabada obra.
Sin embargo el niño en el que tantas esperanzas se habían puesto, tendría su particular visión de este plan. Yashua Ben Joseph, Jesús el hijo de José, que sería conocido tiempo más tarde como Jesús de Nazareth modificó este plan de liberación de un pueblo para convertirlo en una liberación mental que permitiera crear la igualdad y la fraternidad entre todos los hombres, sin fronteras físicas y mentales, sin dogmas ni religiones.
Sólo con el poder del amor que sentía en su interior logró trascender espacio y tiempo para que su vida y su enseñanza fueran eternas y resonarán como un eco hasta nuestros días. Jesús consiguió lo que pretendía y algo más, pero esta es una larga historia nada conocida que a mí me gusta llamar:
"Los pájaros de barro..."
Su planificado nacimiento fue al final un secreto a voces, que fue bien aprovechado por aquellos que tenían mucho que perder en todo este asunto. Es por esto que incluso antes de su nacimiento fue perseguido y debido a este hecho sus padres y él se exiliaron durante sus primeros años de vida en Egipto. Donde fue instruido por la casta religiosa y mística egipcia, conocida por algunos como los maestros de las escuelas de misterios del ojo de Horus. Es aquí donde el pequeño Yashua aprendió a escribir y a leer, o mejor dicho a concentrarse.
Pronto se darían cuenta de que Jesús era muy propenso a distraerse y despistarse y prácticamente no retenía nada de lo que ellos le enseñaban es por esto que a los seis años de edad fue expulsado de esta gran escuela de conocimientos. En este momento, y perdido el sentido de la estancia en Egipto, sus padres decidieron regresar a su hogar a orillas del mar de Galilea, cerca de Tiberiades.
Nadie advirtió que la falta de concentración del pequeño Yashua era un grave problema mental que hoy en día diagnosticaríamos de Autismo o Síndrome de Asperger. Sin embargo esto y una serie de grandes acontecimientos vitales le permitirán ser capaz de logros excepcionales y pensamientos muy originales, diferentes y transgresores. Convirtiéndolo en todo un revolucionario político y social.
Como decía, Jesús había sido instruido con conocimientos y enseñanzas anteriores a las de Moisés y provenientes de los antiguos egipcios, kobdas y dactilos. Las leyes herméticas, el kybalion, la medicina egipcia, el conocimiento del cuerpo y sus órganos vitales e incluso el gran conocimiento de las leyes de la reencarnación fueron algunas de las enseñanzas vertidas como un elixir en la mente del pequeño Yashua, que en apariencia no parecía beber de las fuentes de este excelso conocimiento.
Por todo esto él casi desconocía la mística judia, simplemente estaba familiarizado con la parte más básica, la que organizaba las actividades del día y que fue transmitida como una forma de hacer por sus padres. Desconocía a Moisés, la historia del pasado de su pueblo y las leyes de la torah, por lo que era en cierto modo un libre pensador. Tenía aún una mente sin manipular debido a lo singular de su enfermedad mental y su tiempo en el exilio.
Y así a la edad de siete años llegó con su familia de nuevo a orillas del mar de Galilea. Mientras esperaban que el niño creciera José, su padre, lo llevaba a la sinagoga de Cafarnaum a escuchar las enseñanzas transmitidas desde Abraham a Moisés para que aprendiera la historia de su pueblo. Aunque José sabía que Jesús parecía estar en su mundo él insistía cada día en llevarlo para motivar y despertar su concentración pues eran mirados muy de cerca.
Se seguía muy seriamente su crecimiento pues a la edad de trece años, durante la celebración de su Bar Mitzvah (el paso de niño a hombre), este podía reclamar por derecho de linaje el trono de Herodes Antipas y convertirse en Rey de los judíos. Por si aún no lo habías pensado el Sanedrin estaba fabricando literalmente el libertador prometido por Isaías y los antiguos profetas, el Messiah.
Pero El pequeño Yashua seguía en su mundo interior, al no percibir la realidad con la mente racional, Jesús se guiaba por sus instintos y sobretodo por sus emociones. Al verificar la vida por las emociones este sentía todo a través de su corazón y no de su mente. La mente puede manipular la realidad y hacerla aceptable aunque esta tenga sufrimiento, sin embargo el corazón no contiene este error que si existe en la mente y que se produce por la concepción de los dos hemisferios diferenciados que poseemos, que basan toda decisión entre la razón y la emoción.
Por esto Jesús no era manipulable, no se podía adoctrinar o instruir sólo con las palabras que escuchaba en la sinagoga, para él ese era tiempo perdido pues necesitaba más bien de hechos.
Yashua valoraba la vida y a los suyos por lo que ellos le transmitían como personas, por su bondad o maldad que podía ver en el interior de cada una de ellas, por sus actos, pues a diferencia de sus palabras estos no podían engañarlo.
Necesitaba vivir todo intensamente, tanto que pasó su infancia haciendo lo que quería, era como un perro mal adiestrado que nadie presta atención y el cual no hace ningún caso.
Uno de esos días en los que el pequeño Yashua se permitía simplemente vivir y gozar, ocurrieron una serie de coincidencias que propiciarían el encuentro con quién sería la persona más importante de su vida.
Era un sábado por la tarde, día sagrado para las judios, conocido como Sabbath, donde no se puede crear. Jesús se encontraba solo, como de costumbre, a orillas del mar de Galilea cerca de Cafarnaum; estaba jugando con la arcillosa, fina y brillante arena de la orilla, amasándola y dándole forma.
Hacía pequeños pájaros de barro y los ponía en hilera esperando que el débil oleaje los fundiera de nuevo para volver a crearlos; mientras él distraído y absorto en su mundo no sentía agravio o culpabilidad por su inocente juego, era observado por uno de los rabís de la sinagoga de Cafarnaum que lo conocía y sabía bien de quién se trataba. Debido a esto, al día siguiente José fue llamado a la sinagoga para ser amonestado por el comportamiento de su hijo.
Este rabí era un conocido converso judío que había sido un acaudalado procurador romano en la provincia, hasta que se enamoró de una bella mujer judía. Fue por amor que dejó su próspera vida para vivir de forma más gentil y también fértil como mandaban las leyes de Abraham. La pareja tuvo una hija que tenía varios años más que Jesús y que había sacado el carácter despótico y romano de su padre. Al ser ella medio romana, medio judía tampoco procesaba gran devoción por la leyes hebraicas y solía observar a Jesús cuando jugaba y paseaba a solas, pues se sentía bastante identificada y atraída por el comportamiento de aquel extraño y recién llegado chiquillo.
La niña escucho a su padre decir que Jesús había atentado contra la ley, que estaba creando en el sagrado día de descanso, y aprovechó la ocasión para decirle que ella observaría de cerca a Jesús y que lo denunciaría si este volvía a hacerlo. Tenía la excusa perfecta para estar a solas con él, para poder así entablar conversación y compartir esa esencia de libertad que los dos sentían y que para ellos no era mala, ni atentaba contra la ley.
De nuevo y como de costumbre un sábado más, al caer la tarde, ya en el ocaso, Jesús se disponía a ir a jugar a orillas del mar de Galilea. Para él hacer pájaros de barro era su momento de conexión espiritual, su momento sagrado para con Dios, al cual él solía llamar abba(papá), y así era como Jesús realizaba su propio Sabbath.
Casi sin darse cuenta y justo cuando se ponía el sol llegó la hija del rabí por detrás y cuando iba a preguntarle que era lo que estaba haciendo, Jesús entre asustado y sorprendido zarandeo con su mano la hilera de pequeños pájaros de barro que acabada de hacer y al deshacerse estos mecidos por el oleaje y dándoles la luz de la puesta de Sol fue como si los pequeños pájaros de barro hubiesen echado a volar. La avispada niña quedó sorprendida, parecía haber observado algo increíble, había visto volar los pájaros de barro cuando Jesús se lo ordenó con un ademán de su mano.
Sobresaltado Jesús, aún sentado en el suelo, se giró y miró hacia arriba, allí estaba ella petrificada y sorprendida delante de él, sus cabellos eran cobrizos y resplandecían aún más en ese momento del atardecer, Jesús quedó asombrado por su belleza, pero sobretodo por su gran curiosidad, que le había llevado hasta su encuentro. Por primera vez se sintió valorado, alguien se interesaba por él de forma altruista sin esperar nada a cambio, pues el resto se interesaban por él debido a quien era y lo que se le presuponía que debía hacer.
Fue así como Jesús se encontró con la que sería llamada su compañera, Maria la hija del antiguo procurador, que más tarde sería conocida como María de Magdala se hizo su amiga inseparable. Rebelde de corazón azuzaba a Jesús y lo envalentonaba para que espabilase, parecía sentirse entregada al hecho de hacerlo brillar por sus notables diferencias.
Para María la enfermedad de Jesús era una bendición, ella deseaba mostrársela de manera que la aceptara como una virtud, y no como un defecto que le había llevado a sentirse como un perro sin dueño. Podíamos decir que María espabiló a Jesús y sacó todo su potencial durante su infancia, hasta tal punto que permitió centrar los pensamientos dispersos de este para que estudiará las sagradas escrituras y se hiciera un hombre y un rabí de cara al día que sería para todos, menos para él, el día más importante de su vida, su Bar Mitzvah.
Continuará...
Con derechos de autor de Óscar Martín Simón.
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