Es mejor improvisar...

La espiritualidad es la función proyectada de la personalidad en el tiempo y como sabemos la personalidad y sus acciones dependen del punto de madurez de cada individuo, que viene determinado por el conocimiento que nos transmiten las experiencias vividas con el paso de los años, y que son básicamente de sufrimiento o armonía. Todo esto es determinante para construir una realidad modificable en función de lo que sentimos, pues es mejor sentir que pensar. Además permitirse sentir produce un vuelco entre la conciencia y la consciencia del ser humano.

La conciencia es la información que tienes de lo que conoces hasta el momento presente, es decir tu realidad de la vida; por ejemplo sabes que existe el fútbol, pero igual no lo has practicado nunca. Y la consciencia es el resultado emotivo de probar en profundidad aquello que conoces o crees conocer de la vida, por ejemplo jugar un partido de fútbol. 

A menudo cuando despiertas piensas en como vas a recrear tu día. Sí sólo lo haces desde la mente estarás proyectando tu vida en función del ego y de las necesidades de la realidad que construiste para ti, por ejemplo en el trabajo acabar aquel informe para la próxima reunión. Como ves estas creando tu vida con conciencia, o mejor dicho a conciencia, de forma que el resultado de la misma esta cantado. 
No dejas nada a la improvisación, y la improvisación es una de las formas que el alma tiene para hacerte consciente y crear consciencia, iluminación o sabiduría interior. 

Sin la improvisación el ser humano se convierte en adulto, es decir se adultera, crece en un conocimiento externo. 
Y todo conocimiento es una información transmitida por otra persona y que tu aún no has verificado en tu vida por ti mismo. Por lo tanto crees saber, pero igual no estás en lo cierto. Para adquirir certezas en la vida debes atreverte a probar, a cuestionar y hacer tambalear los cimientos de dicho conocimiento adquirido. Rebatiendo la información recibida y contrastándola con tus propios resultados adquiridos. 

Sin embargo tu no quieres ser adulto, no deseas estar adulterado, deseas ser y experimentar en el estado de la madurez. Y la madurez se revela en la vida como un momento donde lo que tienes hasta el tiempo presente es cuestionado de forma vital, te cuestionas toda tu vida, y su sentido, para comenzar a entender que hay de cierto en todo lo que vives. Por ejemplo sí estas enamorado o sí crees estar enamorado. Sí estás desarrollando una actividad que te da plenitud y te sientes en la utilidad de la vida, o sí crees no estar desarrollándola.  

La madurez te obliga a tomar decisiones entre lo que crees y lo cierto en tu vida. Lo que crees viene del conocimiento externo, el que te adulteró. Lo cierto contiene toda la información de lo que has vivido, es lo que sabes de ti y por lo tanto es lo único cierto para ti. Como ves el conocimiento externo es necesario para encauzarte en la vida, pero sólo te proporciona un primer punto de desarrollo, un punto de partida, para que una vez que te has conocido y tomado tu poder comiences a improvisar.

La improvisación es la exteriorización de la honestidad, de tu equilibrio vital de todo lo que eres por todo aquello que has vivido, es el saber interior, la sabiduría que fluye fuera de ti a cada paso y que juega con la libertad de acción, atrás queda el burdo libre albedrío, el dramatismo del Karma y la libertad de la acción es un punto de sabiduría, de iluminación y consciencia que va más allá de la madurez. Cuando comprendes el arte de vivir simplemente improvisas.

Vivir desde el conocimiento que nos han transmitido para luego crecer e improvisar son parte den proceso creativo y evolutivo en la vida. Uno de formación mental, donde actúa la mente y se organiza el espacio y otro de formación emocional, donde actúa el corazón y se organiza el tiempo. El espacio o el lugar que escogemos para vivir es la excusa de aprendizaje del alma para tomar las riendas del tiempo. Son las emociones las que guían nuestros pasos y por lo tanto cambian el tiempo, la realidad, y la vida. 

Recuerda, somos seres sintientes, sin embargo pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Cuando pensamos demasiado perdemos el tiempo, no vivimos y enfermamos. Cuando sentimos, actuamos más rápido, organizamos la vida a través de los sentimientos o emociones que valoran la magnitud más importante por la cual vivimos y nos relacionamos, el amor. 

La cantidad de amor que experimentamos determina el tiempo que vivimos, lo que somos y lo que hacemos, así que cuanto más valoremos nuestros sentimientos y cambiemos la realidad en función de ellos más estaremos improvisando, más libres nos sentiremos y mayor libertad de acción tendremos. Viviremos más, pero porque viviremos en paz y armonía, felices.

Más allá de cualquier error cometido en la vida, cada día vuelve a amanecer y eso es un indicador de que todo comienza de nuevo, el universo te ofrece una nueva oportunidad para poner orden en tu vida para acabar con tus creencias limitantes, para lograr vivir no sobrevivir. Tu siempre decides, pero sí observas a tu alrededor desde la calma verás que nada ni nadie se esfuerzan por ser, por vivir.

Si observas la naturaleza te darás cuenta de que las plantas y árboles no se esfuerzan por mantener su crecimiento vertical, simplemente lo hacen, los peces no se esfuerzan por nadar simplemente nadan, las aves no sufren para mantener su vuelo, simplemente vuelan. Todos ellos simplemente improvisan, y si nosotros lo hiciéramos igual todo sería posible....





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