La voz de silencio... (enseñanzas nativas, indios norteamericanos)

Dice la filosofía sufí: “Sí lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir”. Y dice la cultura nativa ancestral: “Sí lo que ves delante de ti no es más bello que tus palabras no te pronuncies. Permítete entonces sólo sentir y vivir aquello que ves y disfruta de lo que te ofrece la vida en el ahora. 

El tiempo te libera o te encadena dependiendo de la cantidad de libertad de acción que tienes y resulta que eres más libre cuanto menos sabes. Cuando eres “inocente” la vida es tan simple que se vive y se disfruta por la concepción original del “Ego” que mantiene la creencia de que puede crear la realidad a su merced. 

Cuando experimentas comienzas a tener mayor grado de información a cerca del funcionamiento de las cosas, de la vida; y esto te afecta en cierta medida, cambiado tu forma de ver, de sentir y tu “visión” de la realidad se distorsionará. Así es como se manipula tu mente creando un patrón o guía que establece en ti las pautas de tu acción, creando tu ego, y entonces eres para el gran espíritu una marioneta de tu vida. 

Sin la proyección del ego serias algo así como un nativo. Nativo significa nacido, original, primigenio y de forma cultural en la lengua de los Indios Navajos del norte de América este término se conoce como “anasazi” (los primeros). Nosotros diríamos inocentes, sin ciencia o sin conocimiento externo, sin estar manipulado. Algo así como vemos hoy en día a nuestros hijos, como niños a nuestros ojos. 

Pero como te decía, hablemos del “silencio” pues este es la puerta de la sabiduría. Cuando uno habla simplemente habla de lo que ya sabe o conoce, pero cuando uno escucha, ó mira, ó observa, entonces está aprendiendo, está viviendo y aceptando su realidad. 

Es cuando realmente puede ver con detalle la imagen que la vida le ofrece justo delante de él y es desde el silencio, desde la quietud de las emociones que está creando un estímulo mental nuevo, no manipulado por el “ruido”.

El "ruido" es todo aquello externo que limita tus posibilidades creativas y que aleja tus recursos naturales que como creador de realidades tienes a tu disposición, el ruido interfiere modificando el significado de tu visión, de la imagen que tienes delante de ti. El ruido se transmite por la palabra por lo que te dicen o lo que dices. Pues cuando hablas aportas una visión personal, egoíca ó diferenciada del resto y está totalmente condicionada a tu experiencia vital personal basada en la dualidad moralista del bien y el mal. 

Lo contrario al “ruido”, el silencio permite aceptar, integrar y no manipular nada de lo que ves, vives o experimentas. Pues todo aquello que se representa delante de ti está creado sólamente por ti y para ti, pues tú eres un artista único y dibujas todo aquello que llegas a ver en la paleta de tu vida. La responsabilidad de hacerlo de forma natural, desde el silencio, ó de forma condicionada, desde el “ruido” es únicamente responsabilidad tuya. 

tú transmites lo que ves a todo tu ser, desde lo más físico a lo más divino de ti. Toda percepción que tienes de la realidad es tu paleta de colores y toda expresión de ti es un lienzo pintado con diferentes imágenes que te estimularon para pasar de la inocencia a la madurez. 

Cuando maduras te haces responsable, tienes la capacidad de liderar tu vida y es cuando aparece un nuevo lienzo delante de ti. Este lienzo en blanco es una nueva oportunidad para vivir, para sentir y para expresarte, en definitiva para volver a pintar o dibujar una nueva expresión de ti. 

A lo largo de la vida ese “ruido” externo alimenta nuestro ser o mejor dicho nuestro ego y manipula nuestra creación vital. Así como hay artistas realistas, abstractos, impresionistas, ó surrealistas, es decir con diferentes facetas a la hora de pintar, así es que nos hemos ido polarizando, cogiendo una línea diferenciada, una forma de ser algo encasillada. 

Como te decía el “ruido” al final crea un conocimiento, una forma de hacer, un uso, una costumbre que se acaba convirtiendo en algo firme ó rígido y te crea un dogma de fe, para que lo entiendas mejor una forma de hacer, ó de ser. 

En la naturaleza no existe el "ruido", todo se manifiesta delante de tí tal y como es. La naturaleza es la suma de muchas esencias que crean un todo. Por ejemplo, en un paisaje cada parte de él forma parte del todo y sin esas partes la imagen virginal, original ó la esencia, no sería la misma. 

La “visión”, la comprensión de la imagen es una técnica de aprendizaje para pasar de la inocencia a la sabiduría. Toda consciencia nativa basa su vida y su día a día en la “visión”, en lo que ves, porque lo que ves no tiene engaño. Es la suma final o el resultado de todas tus acciones manifestadas en el “aquí y el ahora”. 

Durante la “ensoñación” cuando el ego no existe y el espíritu se revela. En momentos de “silencio” donde la mente calla y la palabra no crea “ruido”, es cuando se nos revela nuestro plan, es cuando puedes observar desde la calma y la paz tu propio lienzo, tu obra para verla con detalle pues es la expresión original de ti, tu esencia y solo tú desde ese “silencio” sabes si esa imagen creada, que es una alegoría de tu vida, tiene los recursos necesarios para llevarte a disfrutar de ella y hacerte feliz, ó si por lo contrario tiene los recursos de aprendizaje para algún día hacerte feliz, para alejar el “ruido” de tu alrededor, para sentirte en paz contigo y con todo aquello que forma parte de ti, con tu lienzo, con tu imagen, con tu visión. 

Así es que se puede conseguir lo más valioso que todo nativo desea poseer, la cualidad de controlar su mundo, a través de lo que ellos denominan “Voz de Silencio”. Cuando los hermanos nativos convergen alrededor de la hoguera, para ellos sagrada, en círculo, donde nadie es más que nadie, el
silencio está presente y sólo se rompe para que todos los demás escuchen y aprendan de aquel que pide la palabra para explicar siempre algo que es nuevo, que les ha sorprendido porque es la primera vez que lo han vivido. Imagina contarle a tus hijos la primera vez que te enamoraste, o tu primer beso, o la primera vez que hiciste el amor. 

Delante del fuego sagrado el último que habla es el más sabio. Este espera a que los demás cuenten sus experiencias con respeto y silencio. Sí hablara él primero los demás acatarían todo lo que pudiera decir simplemente por el hecho de que ha vivido más tiempo, de que ha tenido más experiencias y sabe mucho más. 

Pero por algo él es el más sabio, porque vivió primero, porque fue en algún momento “anasazi”, y se equivocó seguramente muchas veces y en otras afortunadamente acertó, pues así es la vida. Pero sbretodo aprendió, aprendió a hacerse libre y a no aleccionar a su descendencia, aprendió a esperar, dejo que los suyos crecieran como los árboles, más o menos rectos ó torcidos, porque entendió que todo tiene su belleza. Desechó manipular, tuvo cautela y paciencia, permitió que cada uno recreará su "visión" y no espero nunca nada a cambio. 

Cuando ya no eres inocente “anasazi” entonces tienes la “responsabilidad” de cultivar la “voz de silencio” debes dejar a los tuyos vivir libres, pero debes estar presente en la hoguera por si estos pierden su rumbo, su camino. 

Debes ser el portador de una alianza sagrada con el gran espíritu y la gran madre tierra, debes ser el que cuide del fuego, el que mantenga siempre una luz encendida en la noche para que otros “anasazis” puedan retornar a casa después de cada experiencia vital, después de cada viaje que su alma transita en el jardín del edén, en la sagrada tierra…



 

 

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