Surcar el tiempo...

Cuando te paras a pensar sobre del tiempo te das cuenta con el paso de los años que el tiempo tiene diferentes medidas en función de cómo lo percibimos, es decir, el tiempo nunca mide lo mismo. Y aunque el tiempo es de carácter inmaterial organiza toda la materia y en definitiva toda vida. 
Todo está y es, en función del tiempo, a veces lo vemos como una prisión que lastra nuestro porvenir y otras veces como una fuerza liberadora, pero aún así el tiempo sólo es una cuestión mental y transitoria, cuyo valor se determina por la capacidad que tienes de gestionarlo. 

La gestión del tiempo, recae en la memoria y en su capacidad para olvidar y recordar dicho tiempo. El tiempo se recompone a sí mismo de forma constante en nuestra mente, almacenando imágenes de todo lo vivido, y la función de estas imágenes es retener lo que va a determinar la capacidad de gestionar el tiempo, las emociones. Básicamente nuestras emociones controlan, que no gestionan, el tiempo, nuestro tiempo. Es debido a que crean un diferencial de frecuencia entre lo que sentimos a cerca de la vida y lo que realmente es, lo que acaba ocurriendo o siendo, indistintamente de nuestra afectación emotiva. 

Para simplificar podemos interpretar esta relación entre nuestras emociones y nuestro hechos de forma inversamente proporcional. Es decir a mayor emociones mayor es el tiempo. Es en este modo donde el tiempo no pasa, donde nada o poco cambia y donde la mente comienza a morir en el sentido más físico porque al no recordar su futuro por la prisión que ha establecido el tiempo, este acaba por crear una perdida neuronal. Las neuronas mueren y se degenera nuestro sistema cógnitivo. 

Por lo contrario, cuando el paso del tiempo te permite valorar lo ocurrido y sacar beneficio de ello, las emociones no son sobresalientes, se genera un estado de calma, paz o armonía y el tiempo se acelera. A menor stress emocional menor tiempo. Todo pasa más deprisa y ocurre que se producen cambios notables en la vida, en las formas de pensamiento que hasta ahora sosteníamos y lo más importante regenera el nivel neuronal pues se comienzan a crear neuronas. 

Para que esto ocurra de forma natural debemos viajar no a través del tiempo sino viajar en el tiempo. Cuando viajas lo haces de un lugar a otro. Es evidente que tardas un tiempo, que a tu saber pierdes o inviertes en tu viaje pero lo importante es que cambias de lugar. No cambias el tiempo. 

Viajar en el tiempo es algo así como cambiar el tiempo y no tanto el lugar. Es un viaje donde lo que importa no es el destino sino el camino y lo consciente y constante que seas en dicho camino. Algo así como soñar. Cuando te acuestas permaneces en el mismo lugar fisico pero tú mente viaja en el tiempo lo moldea y entonces produce el sueño. 

Durante el sueño olvidas lo cierto de lo falso, lo real de lo ilusorio y lo pasado o lo que está por venir, lo futuro. Pero es entonces cuando recuerdas, pues los sueños son imágenes que dotas de vida llenas de emociones, o mejor dicho de recuerdos pasados o futuros. Es así como la mente consciente, o el alma recuerdan y es así como también olvidan. 

La capacidad de olvidar debería atribuirse al pasado, y la capacidad de recordar debería ser atribuida al futuro. Sin embargo nuestro proceso instintivo de paliar el sufrimiento, albergado en nuestro cerebro reptil es el inductor de esta secuencia que hasta ahora ha mantenido el recuerdo del pasado y el olvido del futuro. De ahí que aún no sabiendo cómo, ni cuándo, ni qué, añoras un determinado un futuro cuya imagen está en blanco, pero cuya emoción está más que consabida y su sentimiento y propósito es el de sentirse feliz, por lo tanto este hecho valora la emoción que surge de la felicidad. 

Soñar despierto es parte de viajar en el tiempo, el simple hecho de recordar el futuro activa el nivel neuronal creando neuronas y hace olvidar el pasado, esta función de olvidar acaba destruyendo neuronas cuya capacidad de viajar en el tiempo era ínfima debido a la saturación emocional que recreamos sobre las mismas. Al recordar el futuro por el cual estamos vivos, lo imaginamos, es decir, creamos esas imágenes que son una visión del futuro pero que como aún no se han materializado no contienen ninguna emoción nociva. 

Viajar en el tiempo es un constante ir y venir entre lo que tú llamas pasado y futuro, y lo que yo entiendo como la capacidad neuronal de recordar y olvidar, cuyo propósito es dar forma a la memoria para llevarla a su versión superior, donde no se le llama ‘memoria’, entendida como la capacidad de ‘memorizar’, si no donde se la conoce como ‘imagen’ y determina la función de ‘imaginar’.

Cuando eres un viajero en el tiempo la consciencia le llama ‘memorizar’ a la capacidad de olvidar el pasado y a la capacidad de recordar el futuro le llama ‘imaginar’. 

Cuando recuerdas el futuro, a través de la capacidad de imaginar, compones imágenes nuevas sin emociones que determinan un tiempo y espacio nuevos, y esto altera la medida de tiempo y provoca su aceleración haciendo que todo se manifieste en un tiempo presente o mejor dicho el ‘ahora’, que más que un tiempo es un estado de la mente. 

Igual que viajas en la vida a una velocidad determinada que intenta tratar de recorrer un espacio en el menor tiempo posible, del mismo modo ocurre en la consciencia cuando está viaja en el tiempo. Pero como te decía no viajes para cambiar sólo un lugar por otro, solo una emoción por otra. Viaja en el tiempo para cambiar una imagen por otra, a tal velocidad que el tiempo se detenga en el ahora. Fuera del péndulo entre lo pasado y lo futuro, donde lo que fue no se puede cambiar y lo que aún no ha ocurrido es incierto...


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