El lenguaje del tiempo

El tiempo que percibimos tiene vértices más allá de los que comúnmente conocemos como pasado, presente o futuro. En esos vértices se almacenan miles, millones de imágenes de todos aquellos que soñamos despiertos nuestro futuro. 

Pero nosotros no sabemos interpretar dicho tiempo o mejor dicho su lenguaje, no lo entendemos, no sabemos leerlo ni escribirlo pero aún así debes saber que es un lenguaje con un código que dirige y ordena la realidad en función de lo que tú piensas acerca de ti. 


Y lo que piensas o interpretas acerca de ti es una versión manipulada por el conocimiento externo que te han transmitido, normalmente de carácter limitante y pragmático, cuyos límites son establecidos creando un dogma donde se destruye tu capacidad de cuestionarlo todo, de ser curioso y de buscar nuevos caminos, pero sobretodo te limita la capacidad de crear cambios en tu vida. 

Esa versión adulterada y adolecida en el tiempo hace que te olvides de su lenguaje de cómo el tiempo te está constantemente hablando, como quiere explicarte el sentido de ser y cómo quiere enseñarte a que lo utilizes, a que juegues con él. 


Igual que todas las funciones del lenguaje humano nos permiten relacionarnos y crear nuestras vidas, del mismo modo, el lenguaje del tiempo quiere que te relaciones con él  para que seas capaz de alterar la realidad desde el anhelo, y no tanto desde la codicia. 


La codicia es lo contrario al anhelo, codiciamos lo que vemos y creemos que debemos tenerlo o poseerlo para formar parte de la realidad y de la comunidad. Para ser uno más y para creer que formamos parte fundamental de nuestra sociedad. Al codiciar el lenguaje del tiempo sólo te habla del pasado porque lo que el tiempo entiende de ti es, que lo que codicias paliará tu sufrimiento pues sólo se sufre por aquello que se conoce o que se ha conocido. 


En el lenguaje del tiempo la codicia te lleva a revivir el pasado, pero como te decía si en vez de codiciar anhelas, tu anhelo, desde la esperanza, te llevará a disfrutar en un instante ese futuro que es una imagen guardada en lo más profundo de tu ser, esa imagen por la cual anhelas o recuerdas el futuro y por la cual olvidas el pasado. Y así es que aprendes a memorizar, y al memorizar estas decodificando el lenguaje del tiempo, lo interpretas, y estás preparado para recrearlo, y así es como escribes tu futuro. 


Como ves, el lenguaje del tiempo habla acerca de lo que deseamos más que de lo que ya hemos tenido o vivido, y recuerda que su código de funcionamiento es el “anhelo”. 


El anhelo es la capacidad de atraer desde el deseo más profundo del alma aquello que uno se merece y para merecer hay que ser emérito, hay que tener una serie de beneficios y satisfacciones que se disfruten de forma presente aun cuando aquellas acciones que hiciste para merecer dichos beneficios queden lejos del momento actual. Es decir que esas acciones o decisiones sean fértiles, se mantengan sin la necesidad de estar  pendiente de ellas. 


Y así es como podrás presenciar la vida y en la presencia, el presente se convierte en ese futuro que viene del “anhelo” y es cuando uno se da cuenta que todo lo vivido tuvo el único fin y propósito de que fueras consciente de ti y de tus posibilidades justo en ese instante, y es hay cuando el tiempo se detiene, y al detenerse lo estás interpretando y entendiendo para poder leerlo entre líneas. 


Pero ahora bien, ¿Sí pudieras ver tu futuro y conocerlo igual que tú pasado, cambiarías algo? Seguramente dirías que si, que todo aquello que estando por llegar te produjera sufrimiento. Y si es así, entonces no estás entendiendo el lenguaje del tiempo. 


Por que el tiempo que se te ha dado simplemente existe por y para ti, tú no puedes cambiar el tiempo, es su lenguaje el que te va a permitir cambiar cuando lo escuchas susurrándote al oído en sueños y ese lenguaje que tu alma conoce te permitirá salir de lo ordinario del tiempo, trascender la realidad y reescribirla a cada paso. 


Pero aún así hoy debes aprender que todos aquellos con los que compartes este bello mundo necesitan su tiempo… 



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