Sólo cuando observas la realidad, es cuando esta cambia sin esfuerzo…




Tendemos a preocuparnos por todo aquello en lo que nos vemos y sentimos involucrados, creemos que reflexionamos o nos cuestionamos las cosas que nos ocurren pero no es así, más bien lo que hacemos es tratar de adaptarnos y sufrirlas o de rechazarlas porque nos acabarán afectando demasiado y provocarán cambios no deseados. 


Si realmente reflexionáramos o nos cuestionáramos lo ocurrido en ese mismo instante estaríamos procesando la proyección futura de dichos eventos donde estamos involucrados. Dicha compresión del porqué están ocurriendo, y como esto nos será útil en un futuro no muy lejano, haría en ese instante de compresión o iluminación que ese mismo futuro cambiará y se manifestará en la forma en la que nuestra comprensión lo ha captado, procesado, entendido y valorado. 


Esta explicación se basa en que Einsten decía en sus teorías que sólo por observar la realidad está cambia. Si eres capaz de observarla desde el silencio, o ausencia de empatía, preocupación y posicionamiento de tu ego, entonces todo puede cambiar. 


Pero, cómo aprendes a cambiar la vida sin esfuerzo, sin casi intervenir o interferir? Observándola desde la perspectiva del silencio. 


Dice un proverbio sufí: “Sí lo que vas a decir o hacer no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir o hacer”. Esto es la “belleza” la capacidad de 

entender el tiempo y espacio futuro y lo que ocurrirá en él, sólo porque tú estás presenciando la realidad en el presente, en el ahora. “La belleza es la suma de todas las partes trabajando en un mismo propósito donde ninguna sobra ni falta”.


Bien, dicho esto pongamos un ejemplo de cómo podemos observar la belleza y comprenderla, para que sin esfuerzo cambies tu futuro o el de aquellos con los que compartes tu vida. 


Imagina una escena en las calles altas de Manhattan en la gran ciudad de Nueva York, imagina que estás en un callejón, donde a lo lejos ves la avenida principal, llena de gente ajetreada, apresurada para ir a sus puestos de trabajo o volviendo de ellos, da igual. Imaginemos que estamos viendo desde ese callejón una escena común, en esa suerte de personas, un mendigo está pidiendo limosna con una caja abierta donde ya han caído un par de billetes y monedas de dólar. Y en ese instante se cruza un joven broker, bien trajeado y parecido, zapatos relucientes y su maletín que le dota de seguridad y mayor presencia. En ese momento saca un par de pavos de su bolsillo y los deja cuidadosamente en la caja, el mendigo con un ademán de su rostro le expresa gratitud y murmura un: “God bless you” (Dios te bendiga). 


Esto es lo único que todos vemos sin observar la belleza, una escena de compasión. Pero si vas más allá de los egos de representación, si intentas averiguar desde la perspectiva, te vas a dar cuenta de que interpretan papeles que nos sirven los unos a los otros. 

Cuando observas desde la presencia del silencio, te das cuenta que el mendigo le está transmitiendo un mensaje en el momento donde cuidadosamente deja el broker sus dos pavos sobrantes, le esta diciendo: “Cuidado!, se honesto en tu trabajo, recompensa a tus clientes y protege sus inversiones y así dios te protegerá y te recompensará a ti”. 

Y de la misma manera, nuestro joven broker le está transmitiendo al mendigo otro código de acción: “levántate! tú puedes forjar tu destino, estás en la tierra de la oportunidades, busca quien pueda gestionar tus ayudas, pide ayuda a estos y empieza a crear tus finanzas e implícate en ser útil a los demás, busca una ocupación que te sirva a ti y a los otros, como yo busqué la mía”


Es así como ves más allá de los ojos del ego, ahora estás observando en silencio y puedes escuchar ese diálogo que sólo Dios escucha y entonces estarás viendo en esa escena su belleza. Y si así lo haces y puedes tener compresión consciente de lo que está ocurriendo, entonces solamente por ese acto estarás cambiando sus realidades, como decía Einstein. 


Te voy a explicar lo que ocurrirá por descubrir su belleza: A la mañana siguiente podrías volver a ese callejón a la misma hora a presenciar de nuevo esa escena o una similar, pero si lo hicieras te darías cuenta de que ese mendigo ya no va a volver más a ese lugar, seguramente el broker ha empezado a ser más honesto con sus clientes, y el mendigo no está deambulando sin rumbo por otras calles sino que seguramente este a las puertas de algún centro colaborativo con la administración para gestionarle sus ayudas y poder reemprender su vida. 

Y todo esto va a ocurrir porque tú no sólo mirabas y curioseabas, sino que te cuestionaste la realidad, escrudiñaste la razón de ser de esa escena, acallaste tus emociones con respecto a la misma y tus juicios de valor, encontraste en tí ese silencio que te permitió observar, y al ir observando la escena la viviste como propia siendo los dos personajes a la vez. Y esa fue tu belleza y por eso la viste a través de los ojos de los demás. 


Y es así de simple como todo puede cambiar, sólo debes observar, descubrir la belleza, atréverte a caminar tu también con los pies descalzos cual mendigo, o meterte en unos férreos zapatos de cuero curtido…


Todo tiene sentido de ser, por lo tanto todo es “consentido”, esa es la virtud del libre albedrío.


Si valoras la vida así, desde la observación y el silencio, jamás tendrás que preocuparte, preocuparse es adelantarse al futuro y querer paliar su posible sufrimiento. 


Sólo debes presenciar la vida, observarla, permanecer en silencio y descorrer el velo que te permitirá ver su belleza y esa belleza es un futuro de paz y armonía. Deja de pensar, deja de sentir, observa tu realidad y luego espera a ver cómo las cosas que ocurren en tu realidad y que te afectan se organizan y mejoran sin esfuerzo. Sólo debes atreverte a probar, a observar…


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