El camino del silencio...

Un antiguo dicho de la filosofía sufí dice así: "...Sí lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir....". Son muchas las tradiciones esotéricas y sus enseñanzas que se basan en este conocimiento, el poder de la palabra. 

Nuestras palabras son la antesala de nuestros actos, muestran lo que percibimos y el modo en como lo sentimos o lo sufrimos y nuestro primer impulso natural se transforma en palabras. Pero para poder ver un mundo en un grano de arena, primero debemos recurrir al silencio. 

La práctica espiritual de la voz de silencio hace al aprendiz más cauto, menos iracundo y más reflexivo y permite mostrarle desde una distancia más amplia la complejidad de su realidad permitiéndole comprender la actitud de los otros con los cuales comparte dicha experiencia en la vida, permite que nos pongamos en los zapatos del otro y nos dota de tiempo para transformar la incomprensión, el sufrimiento, la ira o el enojo en la sabiduría de la acción, que se manifiesta en la compasión.

El camino del silencio, permite no sólo crecer interiormente, si no que permite cambiar la realidad, crear la vida de forma más armónica, con más orden o equilibrio en función de la expresión externa que produce el silencio, la compasión.

La compasión fruto de un estado de quietud y calma que es lo que busca el camino del silencio permite trascender la visión egoica del individuo para dotarle de una cierta responsabilidad a la hora de encauzar los actos de su vida. Es decir le permite tener la habilidad de responder y reparar el error que haya en su realidad, pero de forma que al hacerlo mejore su entorno, que los demás salgan beneficiados con ello, así se trasciende la creación egoica y se convierte en creación compasiva. 

Este cambio de actitud produce el equilibrio entre la expresión interior del ser y su proyección externa en la vida. Creando una simbiosis marcada por un estado de neutralidad donde la vida se desarrolla desde la utilidad y funcionalidad de la personalidad o alma que lidera la misma.

Cuando ves con los ojos del silencio y te vuelves comprensivo y compasivo desarrollas la virtud de   crear en armonía de forma muy diferente a como estás acostumbrado. Me explicaré, se suele decir que como es dentro es fuera y que hay que crear un cambio interior para cambiar la realidad, y esto es cierto, pero debes crear primero un cambio drástico o determinante que comience a forjar dicho proceso del que hablamos. 

Es decir necesitas tirar la primera ficha de domino para que el resto caigan por sí solas, sin sufrimiento, de forma fácil y sencilla. Esto sucede cuando estás en el momento contrario al silencio. Cuando caminas con ruido en tu vida, cuando te aturde todo lo externo a ti, todo lo que te rodea porque te has envuelto de ello, y como eres tú el principio creador de tu realidad, debes romper esta dinámica, apartarte, alejarte, buscar un lugar de ascetismo para poder escuchar el silencio.

Este momento desde la saturación del sufrimiento es revolutivo pero instintivo, incomprensible y sin orden para el resto, pero aun así un principio creador del camino del silencio para el que lo experimenta, se suele realizar desde el atrevimiento y la ignorancia o mejor dicho la saturación, pero muestra la rebeldía del alma ante la proyección de la personalidad y una vez sublevada tu alma, ella lidera la búsqueda de nuevos horizontes.

Cuando seas el último en hablar, en mediar, en intervenir, te darás cuenta que habrás absorbido la información y las experiencias de los demás como propias porque compartimos el sufrimiento del mismo modo que el amor, son dos caras de una misma moneda y entonces habrás comprendido a todos, los llevarás en tu corazón y tus palabras y tus actos cambiarán por completo sus vidas, no sólo la tuya...



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