El Origen Del Shaman...
La consciencia ancestral, o nativa, puede aún reconocerse ha día de hoy en todas las sociedades tribales que siguen manteniendo su peculiar estilo de vida en un mundo donde ya no se les comprende y donde les hemos relegado al ostracismo.
Sin embargo en las sociedades tribales, las formas nativas de convivir mantienen dentro de su simpleza gran cantidad de información y conocimiento acerca del manejo de la vida, del orden de las cosas y contienen en sí mismas una espiritualidad o mística realmente impecable, que forma parte de su filosofía o sabiduría. Son un manantial de conocimientos, que aunque nos puedan parecer arcaicos son el principio generador y creador de la vida.
Y aunque parezca que a día de hoy hemos perdido la gran mayoría de todos esos conocimientos, por suerte los más puros nativos han transmitido las enseñanzas a sus más cercanos descendientes, y generación tras generación, los misterios de la vida siguen en ellos a buen recaudo, aunque eso los haga menos inaccesibles.
La única costumbre externa que se ha mantenido y que ha modificado nuestra mente desde que el hombre es hombre es la que nos ha encerrado en el mundo dual en el que ahora vivimos. Dicha costumbre ancestral es la que basa la vida en el miedo. Y ya sabemos que el miedo nos esclaviza y no nos hace libres.
Todo consciencia primigenia, nativa o ancestral es fruto del miedo y por lo tanto ellos interpretaban que todo lo que les ocurría era consecuencia de algo que no habían hecho bien y el resultado negativo o sufrido era el tan temido castigo divino, es decir, que viene desde afuera. Este patrón es fruto de la ignorancia, y crea una realidad comandada por un creador externo y todopoderoso que culturalmente siempre ha tenido diferentes nombres pero lo solemos conocer de forma general como Dios.
Básicamente es el primer instinto primigenio del miedo el que ha creado a Dios, o mejor dicho a ese Dios de las barbas iracundo, que tiene el gran poder de premiarnos o castigarnos por nuestros actos, para mí, ese no es Dios sino un energúmeno. Pero cuando la capacidad mental es escasa la causa y el efecto no se relacionan y mucho menos se comprende la responsabilidad que tenemos acerca de nuestros actos.
En este punto es donde esas mentes primigenias, nativas, comenzaron ha crear un falso dios y para comprenderlo o para mantener un diálogo con él, necesitaron de un intérprete, alguien capaz de comprender al gran espíritu y lo que deseaba de cada uno de ellos. Apareciendo la figura del Shaman, cuya misión ya fuera hombre o mujer era la conexión cognitiva con el gran espiritu.
Los Shamanes, son los herederos que han custodiado con el paso del tiempo todas las enseñanzas nativas acerca de todo lo referente a la comprensión de la vida. Ellos o ellas tenían la capacidad de interpretar la relación con la novedosa divinidad que habían creado de forma colectiva, de forma tribal, y también tenían la capacidad de reparar el error, o lo que le hubiera disgustado de cada uno de ellos a ese gran espíritu, por lo tanto se convertían en reparadores, en sanadores o curanderos. Dado que la ignorancia o inocencia creativa que cree que la vida no le pertenece sino que es guiada por algo superior, necesita de un diálogo básico para poderse relacionar.
Dicho diálogo era interpretado con lo que ellos llamaban un mal o un dolor, es decir, cuando su cuerpo enfermaba, interpretaban que el gran espíritu les estaba castigando. Pongamos aquí gran atención porque el hecho de crear un Dios externo y por lo tanto un lenguaje de carácter universal para poder hablar con él, y así poder justificar todas nuestras acciones desde la inocencia o ignorancia, crea lo que hoy en día conocemos como "Enfermedad".
Puesto que en la inocencia o ignorancia uno no se puede responsabilizar de la repercusión de sus actos en la vida y este hecho proyectado en el tiempo causa la enfermedad del cuerpo físico.
"La enfermedad es el diálogo que el hombre ha creado de forma externa para interpretarse a sí mismo", pero como es ignorante en cuanto a la repercusión de sus actos o más bien es irresponsable, es decir no desea reponsabilizarse de sus acciones a lo largo del tiempo en que esté las mantiene en su realidad, entonces crea ese falso Dios ejecutor, en donde delega la responsabilidad de analizar la repercusión de su forma de vida.
El tiempo ha pasado y nuestra consciencia nativa se ha perdido, ya no vivimos de forma natural, conectados a los ciclos de la vida, conectados a las cuatro estaciones, a los cuatro elementos o a las cuatro direcciones, hemos perdido toda esa sabiduría que aboga por un sistema de vida natural.
Simplemente nos ha quedado la herencia del dios único y un lenguaje que aunque creamos obsoleto aún es necesario, la enfermedad nos precede, se adelanta a nuestra realidad teniendo la capacidad de modificarla y además nos educa de nuevo la mente, es un diálogo reparador pero cuya senda es dura y difícil de atravesar.
Los Shamanes a través de su intuición, sus visones o simplemente su experiencia relacionan lo divino y lo humano, tratan al hombre o a la mujer desde el espíritu, sabiendo que todo mal o dolor es psicosomático, que viene del primigenio miedo para enfrentarse a la vida y poderla cambiar, por eso un Shaman no obra milagros sino que educa la mente del ser humano para abrirla a diferentes comprensiones y realidades fuera de cualquier dogma impositivo o conocimiento externo y al educar la mente se abre uno hacia el espíritu y este trasciende al ego, cuya misión es mantener en nosotros el miedo.
Cuando el espíritu nos precede el desarreglo físico se va modificando desde el centro o núcleo del mismo, desde el nivel celular hacia el resto de sistemas corporales, restituyendo la salud o vitalidad. Esto nos transmite fortaleza y reafirma nuestras convicciones, hace que sigamos caminando hacia adelante por la senda de la vida sin el peso del miedo en nuestros hombros, sin estar acaudillados por un dios hecho de nuestros propios demonios y por lo tanto, nos libera del sufrimiento, para entender al verdadero Dios, el dios de la vida y la belleza, ese dios o diosa de la felicidad eterna...
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