El tiempo, el amor y la muerte...

Todos los seres humanos compartimos ciertos anhelos, de entre ellos cabe destacar que el más valorado es sin lugar a dudas la consecución de la felicidad y su disfrute o gozo.
 
La felicidad es un estado de la mente, de la consciencia, que se basa en la capacidad de crear la vida con el "tiempo" que está nos ha dado, y que depende de la forma en cómo nos relacionamos con los demás a través del "amor" que juntos compartimos. Además de esto para mantener la felicidad debemos estar dispuestos a aceptar que nada es eterno o dura para siempre. 
Todo tiene un principio y un final, todo empieza y todo acaba, sobretodo nosotros, los seres humanos que aún tememos a la "muerte".

La felicidad es la consecuencia lógica de un proceso creativo, cuya esencia es inherente a todos nosotros, de carácter universal, indistintamente de credos, religiones, razas o políticas, nos une a todos los seres humanos. 

Estas características mínimas de expresión vital se basan en el "Tiempo". Todos deseamos tener más tiempo vital, vivir más y estar sanos. Deseamos poder expresar con ese tiempo lo que somos y sentimos en nuestras vidas y es por eso que el propio tiempo se genera sobre sí mismo creando una matriz mayor cuya proyección en la realidad es el "Amor". 

Todos deseamos sentir el amor, sentirnos amados y poder amar. Nos relacionamos por la cantidad de amor que nos transmitimos y eso crea todas nuestras relaciones, sabiendo que a menor cantidad de amor más caos, desorden, sufrimiento y enfermedad, a mayor cantidad de amor, más armonía, orden, vitalidad y felicidad. 

La proyección del tiempo que somos capaces de manejar se manifiesta en la cantidad de amor con la cual nos relacionamos. Por lo tanto la proyección del tiempo es el amor y la expresión externa del amor es la felicidad, sin embargo existe un punto de unión entre el "tiempo" y el "amor" 
que es la "muerte".

A mayor felicidad, mayor cantidad de amor, a mayor cantidad de amor, más tiempo vital  generamos, entonces sí queremos crear un tiempo más equitativo en el cuerpo, la mente y el espíritu debemos saber conjugar todo esto para aprovechar sus beneficios. 

El tiempo en el cuerpo es tiempo biológico, el tiempo de la mente es tiempo psicológico y el tiempo del espíritu es el tiempo cronológico. El tiempo biológico depende del tiempo psicológico, y el tiempo psicológico depende de la cantidad de amor que hemos tenido con respecto a todas nuestras experiencias vitales. 

Las experiencias sufridas marcan nuestra psicológica y determinan aspectos como el carácter y la personalidad que sirven para adaptarnos y aceptar el sufrimiento de la vida.

Sin embargo, para trascender la muerte ó tiempo cronológico y vital, debemos retirar el sufrimiento de nuestras vidas. Sólo existe una forma de pensar y hacer que puede evitar dicho sufrimiento. 

Esta forma de pensar y hacer, es un estado de la mente que desecha todo tiempo, por lo tanto no impacta en ningún estado temporal, ni en el tiempo psicológico, biológico ó cronológico, pues se trata de vivir el momento desde la presencia vital. Esto se llama vivir en el "ahora", cuyo estado de la mente es absoluta presencia, ni pasado ni futuro, y su proyección en el tiempo es la "compasión". La compasión fusiona estos tres aspectos fundamentales que todos los seres humanos compartimos, tiempo, amor y muerte.

Para crear esta fusión, la compasión requiere de un proceso de aceptación, de compresión y de transformación, para ser manifestada. Es la mayor visión del amor altruista, que busca la acción en el presente sin valorar causa y efecto, o karma. Por lo tanto sin juicio o crítica, es decir sin ego. Más allá de la personalidad y el carácter que tienen dogmas de conocimiento y que eso hace que veamos la vida cada uno a nuestra manera y pensemos de forma diferente, la compasión nos anima a aceptar. 

Imagina que alguien se cae al suelo delante de ti, qué harías tú? Seguramente que rápido irías a auxiliarla y preguntarle cómo se encuentra para poder mejorar su situación. Este es el ejemplo más sencillo pero más profundo de la compasión; aquí estás en la presencia, desechas la relación causa-efecto sin cuestionarte porqué se ha caído. Cuando esto lo cuestionamos ya ponemos un telo de juicio y por lo tanto nuestra acción se rige por el ego. Sin embargo en este caso trascendemos el juicio egoísta y la acción compasiva prevalece por encima. De igual modo el amor que juntos compartimos se muestra aquí en alza, destruye el ego y su proyección en la vida el tiempo karmico, ese que no sólo nos envejece, sino que nos enferma y nos lleva a la muerte física.

El hecho de actuar de forma compasiva evita que la mente organice la realidad de forma temporal o lineal, es decir buscando una causa pasada, analizando el efecto en el presente y valorando las futuras repercusiones en el futuro. Esto lo hacemos de forma constante y natural, prácticamente sin darnos cuenta y así es que enlazamos el tiempo cronológico, con el psicológico y al final lo manifestamos todo en el plano del tiempo biológico, es decir en nuestro cuerpo físico a través de la alteración o enfermedad.

Cuando la vida es karmica, es decir no la controlamos y no somos compasivos, algo de nosotros muere de forma constante, pues toda la información de lo que hemos vivido se imprime en nuestro nivel celular a causa de las emociones que las experiencias vitales nos producen, y cuando las células se llenan de dicha información psicosomática pasan a ser de carácter estático, están llenas y por lo tanto inactivas y sólo servirán para conducirnos hacia el camino de la felicidad, por ensayo y error. Debemos aceptar el hecho de que esas células han muerto. 

Es por esto que en el periodo de un año, toda una revolución solar, el cuerpo desecha todas las células muertas y se acaba regenerando por completo, muere para volver a nacer, como el ave fénix renace de sus cenizas. 

La compasión como ves cambia el tiempo, lo pone a tu favor y permite la transformación de la vida a través de la comprensión. La compresión dentro de este proceso permite tolerar la presencia de cada personalidad en el punto de consciencia en el que se encuentra, para ello nosotros diferenciamos, entre malos, buenos, inocentes, justos, sabios..etc. Pero realmente sólo son peldaños de un mismo proceso evolutivo que implica la esencia del ser humano, la capacidad de relacionarnos y por lo tanto lo más importante la capacidad de compartir. 

Lo que nos hace diferentes es esa capacidad de compartir, pues para todo lo que hacemos necesitamos de otro ser humano, necesitamos relacionarnos y es por esto que para compartir el tiempo y el amor, y no crear muerte celular, degeneración o enfermedad, necesitamos ser compasivos. 

El ego o personalidad trabaja asociada con la mente y condiciona la realidad por instintos de supervivencia, por lo tanto la vida se convierte en competencia. En la competencia no se puede compartir. Sin embargo la necesidad de compartir y relacionarnos es también instintiva, y si lo haces con un mayor nivel de amor, la mente egoica se retira de este proceso. Dando prioridad creativa a la emoción básica que todos anhelamos, desde fuera es la conoces como felicidad pero desde dentro de tí no se llama felicidad, sino amor.

La emoción original del amor se basa en compartir el tiempo dando lo mejor de ti, y esto no es más que "la compasión". Lo demás, la felicidad, llega por si sola, es simplemente un cambio de actitud y de ver la vida. Recuerda, vive en la presencia del ahora, implícate desde el corazón, la compasión sale por sí sola y sus efectos no tardan en manifestarse y mejorar no sólo la vida de los demás sino la más importante para ti, la tuya...








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