Como llegar a la plenitud...

La esperanza es la virtud por la cual uno pasa de la indiferencia a la acción. Te dota de confianza y retira el estado de desesperación. La esperanza hace crecer la paciencia, para superar la adversidad y crea y atrae las expectativas o deseos que cada uno necesita alcanzar, así brota la flor interior del alma, que es la felicidad. Dicen que caminar hacia los pozos no quita la sed, de igual modo la búsqueda de la felicidad no es suficiente, sino que la felicidad debe no sólo sentirse sino compartirse, esta es la verdadera meta de la felicidad.

Todo ser humano desea alcanzar la felicidad, y la felicidad es el mayor sentimiento de amor que puedes experimentar. El universo o Dios, llámale como quieras, desea que todas sus creaciones sean felices y busquen dicha felicidad en todas las experiencias que nos ocurren en la vida.
Las circunstancias que permiten crear estas experiencias son pasajeras, se crean para encontrar un punto de felicidad y después desaparecen y crean otras circunstancias diferentes, así el ser humano obtiene cada vez más paciencia, que es mayor capacidad de superar la adversidad, cada vez más esperanza que se manifiesta como la virtud de ser y actuar, y por lo tanto más felicidad, que crea el amor verdadero. Creando así, en esta sucesión, a Dios en su interior.

¿Pero realmente te sientes complacido?  Piénsalo bien, pues uno no puede estar complacido consigo mismo si no ha sido condescendiente con los demás, la condescendencia permite aceptar las diferentes realidades o vidas del resto de seres en evolución, más el ser condescendiente tiene una actitud de servicio hacia aquellos que lo requieren o necesitan, dicha aceptación de la realidad amplia la comprensión, la compasión y por lo tanto desarrolla la consciencia.

La consciencia expandida, que permite ver la divina perfección en la realidad de la humanidad, es revelada sólo desde el ejercicio voluntarioso de la rendición. Rendirse es dejar libre la ilusión del corazón, es el comienzo de algo nuevo, donde se aprende a vivir. Rendirse es dejar de luchar egoica y estoicamente, contra uno mismo. La lucha interior es tiempo perdido, deambulando en las sombras de la preocupación, la rendición hacia la voluntad y guía superior es tiempo en las luces del alba. La rendición es la llave que abre el corazón como estandarte y guía en la vida. Sólo cuando hay llama de amor se muestra el alma y sólo el alma desde la esencia del amor es compasiva, comprensiva y por lo tanto condescendiente.

Este hecho crea la sensación vital de estar complacido, lleno de vida, en plenitud. La plenitud es un estado de paz mental que proviene del equilibrio emocional, adquirido desde las compresiones que traen las vivencias. La plenitud llega hasta los extremos de tu alma y es así que tu alma se siente satisfecha porque llegó a ser una contigo, en este estado de plenitud la guía del alma es efectiva y estar alineado con los deseos del alma atrae a tu vida ordinaria la felicidad, y la felicidad, recuerda, es el amor verdadero. 

La felicidad es el estado exterior que manifiesta el ser humano que vive en plenitud, que esta complacido, y la plenitud se expresa a través del cuerpo humano con la expresión exagerada de la apertura de las manos hacia el cielo y acompañada de una profunda inspiración, como si te llenaras de vida, pues te sientes pleno y este gesto significa abrirse a todas las experiencias, abrirse a compartir, aceptarse a si mismo y valorarse como parte vital de la creación; entras en la justicia y el equilibrio y te llenas de fuerza interior para guiar tu vida.  Es como gritar a los cuatro vientos: "aquí estoy, y estoy preparado, ¿que es lo que hay para mi? Y es entonces cuando atisbas a vivir todo lo que hay más allá del amor. Y más allá del amor, te aseguro que sólo hay alegría.

Cuando la rendición te libera del ego se abre el camino de la comprensión, cuando la comprensión llega a tu vida es cuando entras en el orden vital de la creación, es cuando te entienden, te reconocen y reconoces a los demás como partes de ti mismo y es cuando se abre tu corazón, porque sabes que nada puede herirte, que nada puede dañarte, que nada puede preocuparte. Es entonces cuando te encuentras en sintonía y cuando llega la alegría de vivir.

La alegría es la exaltación plena, consciente e irradiada al exterior de la mayor de tus virtudes que es el amor, estas alegre porque eres feliz, eres feliz porque tienes equilibrio en tu vida, y tienes equilibrio en tu vida porque eres capaz de amar, es decir, de comprender con sentida empatía todo lo que ocurre a tu alrededor, todo lo que ves te resulta por tanto coherente y sabes que todo es sólo un paso ha de llevarte a otro, nada más. 

Recuerda que la vida no es estática y para siempre, sino que es un proceso de cambio continuado...



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