Disfrutar de cada sorbo de vida...

Dicen que no se puede nacer dos veces, que sólo se nace de madre una vez, sin embargo muchos son los que renacen o desean renacer. Como el mitológico fénix, el resurgir es una condición humana cuyo proceso destruye el ego, previa transformación de las formas del pensamiento, para pulir la personalidad y hacerla transgresora. 

Este proceso es arduo en la materia, implica lo que podríamos denominar la expiación de los pecados o errores para analizar y comprender que no nos deja avanzar en la vida. Esta etapa de la vida es de proyección psicológica, trabaja la mente racional, el hemisferio izquierdo y por lo tanto lo que vamos a mantener y conservar en los años venideros. 

Todo se cuestiona de forma mental, quienes somos y que hacemos con nuestras vidas son las preguntas habituales para cuestionarse la realidad y transformarla. Dicho hemisferio izquierdo se satura de información hacia los 36 años de edad aproximadamente y este hecho crea una de fragmentación que pretende ordenar los pensamientos, las emociones y por consecuencia la vida.

Es todo un proceso de la psique que vuelca los resultados de todas las experiencias hacia el hemisferio derecho, y que crea una resonancia emocional capaz de llevarnos a un estado álgido de superación y transformación ó a todo lo contrario creándonos una incapacidad temporal que bien podríamos definir con el término depresión.

Cuando el hemisferio izquierdo se vacía los pensamientos libres nos permiten volver a soñar nuestras vidas, a atrevernos a probar y a renovarnos, liberando grandes cantidades de triptofano que a nivel bioquímico nos permite ser maduros, honestos y coherentes en nuestras nuevas decisiones.

La absorción de los pensamientos de orden lógico y racional por parte del hemisferio derecho y emotivo permiten además crear gran cantidad de dopaminas y oxitocina que nos permiten sentirnos libres y felices, como cuando superamos una gran dificultad.

Este proceso es un verdadero renacimiento, se deja de trabajar la polaridad mental de lo racional, para dar prioridad a la polaridad mental emotiva, que implica descubrir y diferenciar entre las cosas importantes y necesarias de la vida, nos permite vivir y expresarnos libres.

Pues vivir debería ser algo así como sentir la vida en cada amanecer, ver como se crea vida en cada rama de árbol, comer de sus frutos ó beber del néctar de la vida en sus cristalinas aguas, se debería vivir creando la vida desde la ilusión, hacer cada día pájaros de barro para echarlos a volar.

Deberíamos crecer soñando para vivir un sueño despiertos, destruir con la fuerza del amor, de la fe y la esperanza, todo aquello que no nos haga libres, todo aquello que impida nuestro arcilloso vuelo.

La vida es algo fantástico, algo de carácter místico que va más allá de lo que vemos con los ojos; es un mar de sensaciones, de emociones, de deseos y esperanzas, que se simplifican en un acto de verdadera fe o atrevimiento. 

El atrevimiento es lo que te impulsa a recorrer el camino aún no sabiendo cual es el destino ó propósito final, el atrevimiento ó la fe es la creencia de que todo puede ser mejor y más bello, y esta creencia es la piedra filosofal de toda existencia, la búsqueda del elixir de vida que es la felicidad. La cual muchos buscamos y muy pocos encuentran.

Sólo desde el atrevimiento podemos crecer y descubrir ciertas verdades que al fin y al cabo nos encomiendan a ser simples, sencillos y humildes. Y este es el secreto de la consecución de la felicidad y la paz interior, la simpleza. Pero la sencillez no es algo pusilánime, sino que denota la mayor de las sabidurías fruto de la gran cantidad de experiencias vividas, cuyos resultados no siempre suelen ser positivos, pero nos acercan cada vez más a lo que hemos descrito como renacer.

Vivir de forma simple y sencilla es vivir sin anhelar un momento más feliz que el propio presente, el ahora, sin un futuro cierto, más haciendo certero y próspero el día que uno vive. Vivir sin guardar riquezas en las alforjas, pues en copa que está llena no cabe más líquido. Compartir en el camino, lo mío es tuyo y lo tuyo es nuestro, así llenamos juntos nuestras copas. Vivir agradeciendo lo que nos ofrece la vida más allá del ego y del yo, donde existe un continuo nosotros.

Vivir es amar sin tener que mediar palabra, amar en cada acto, en cada sorbo de vida, para hacer sagrado todo lo vivido, una comunión y una alegría, una paz y una armonía, para experimentar una vida verdadera.

Realmente en la vida el final no esta escrito y por firmar, sino que todo es posible, el vivir no se puede contener o manifestar en un lugar y tiempo concretos, no es una mera actitud o una forma de hacer y mostrarse, no es una expresión de la personalidad, vivir es realmente algo tan nuevo que aún no hemos experimentado y no nos atrevemos a hacerlo, pero si es algo realmente anhelado y sentido por todos nosotros.

Este renacimiento permite crear una vida donde uno puede vivir libre, y acaba por dotarnos de una plenitud interior que es la emoción donde se reside la felicidad, sin esta plenitud la felicidad es efímera, viene y va y entonces todo sería sólo un momento de placer.

Pero si nos atrevemos a desprendernos de las preocupaciones del día a día y tratamos de crear soluciones y propósitos de armonía comenzaremos a sentir no sólo dicha plenitud interior sino la proyección externa de la misma la felicidad que nos devuelve la vida...




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