El camino que transita toda alma...


El camino que toda alma transita en la materia se concentra en cuatro periodos de tiempo vitales, así como las estaciones climáticas marcan los cambios del año entre equinoccios y solsticios dependiendo del grado de inclinación de la Tierra con respecto del Sol, así giran también nuestras vidas entorno a este círculo sagrado de iluminación, conocido místicamente como la consciencia Solar.

La consciencia Solar es un camino evolutivo y cíclico que produce el despertar del alma. Así como pasan los días y los años, así pasan también estos ciclos de formación creados para producir la evolución de la consciencia que es lo que necesita la humanidad para sostener un estado de armonía, amor neutro donde existan igualdad de oportunidades, y donde todos coexistamos siendo tan diferentes.

Estas cuatro estaciones que el alma transita crean su primavera, su verano, su otoño y su invierno, y son en este mismo orden análogo: Vivir desde el deseo, Tomar experiencias, Adquirir conocimientos, y Conocerse a sí mismos. 

Sí nuestra memoria colectiva ó karma genético no pudiera albergar emociones, ni recuerdos, seguramente tenderíamos a ser más felices, no por el estado de dicha y plenitud alcanzados superadas previas adversidades, si no más bien por la ignorancia, que revelaría nuestra inocencia primigenia ó virginal. 

Pero dicha felicidad seria una cortina de humo, no contendría un propósito vital, un destino, ó algo por lo que luchar, y sin el estado de esperanza, como ante sala de la felicidad, la capacidad creativa y evolutiva del ser humano no se desarrollaría, quedaría atrofiada, recluida para siempre en el ostracismo.

Es por este hecho evolutivo que todo propósito existe en el plano de la presencia vital para imprimir la acción futura que ordena la realidad desde la ley de causa y efecto, a través de los campos de energía del Ego y su manifestación desde el cuerpo de deseos.

El Ego esta destinado a caer en el error, ¿Pero en qué error? Es evidente que sí existe algo erróneo en el universo, este, está determinado por otra ley universal, la ley de ensayo y error, y es a este error al que nos referimos. Para entender este hecho de forma más sencilla diríamos que toda experiencia contiene en sí misma un error, un hecho discordante, no certero, que no contiene armonía, este puede ser muy evidente ó muy poco evidente, y perdura mientras se desarrolla la experiencia en sí misma. 

Soló cuando eres capaz de advertir dicho fallo y solucionarlo, logras ordenar la experiencia, deshacer así el ovillo, y te liberas del ciclo de repetición del evento evolutivo. 
Cada creación en tu vida, desde la ley de causa y efecto, es en sí misma un simple ensayo de la realidad, no la propia realidad y aún así la adviertes como algo cargante e insuperable, algo que te limita y creas una prisión para tu alma. 

Así sin vincularse a dicha realidad, sabiendo que solamente interpretas un papel en cada apartado de tu vida es que puedes desprenderte de la carga emotiva, que creará un pensamiento subjetivo y afligido, es decir que tenderá a producirte sufrimiento y dolor. 

Este pensamiento subjetivo a su vez creará un recuerdo que contendrá todas las emociones sentidas que se hará tan sólido como una memoria. Una memoria es estable en el alma, va más allá del espacio y tiempo. Dicha memoria está vinculada en el cuerpo físico al cerebro primigenio ó reptil, de defensa y ataque, por lo que condiciona cualquier acción futura en circunstancias similares. Además crea el carácter, la personalidad y establece las directrices de actuación del Ego. Así es como causa y efecto aparecen en el plano vital dejando poco margen al libre albedrío.

Cualquier experiencia que vives es totalmente relativa, y está dirigida a crear formas de pensamiento consciente, acción desde el corazón, para que donde haya desorden se pueda restablecer el orden. 

Si algo activa la consciencia es la acción desde el corazón, . Este tipo de acción crea formas de pensamiento desde la razón y la lógica, cualidades conscientes, donde el cerebro intuitivo se expande, es decir, ordenan la realidad de forma objetiva, buscando siempre el mejor resultado desde la acción más compasiva.

Pasar de la ignorancia a la sabiduría, requiere del ensayo y error, sobretodo del error, que desarrolla la única cualidad especial que tenemos como seres humanos, la capacidad de amar. Esta llama de amor interior es lo que cada uno manifestamos al fin y al cabo en todas nuestras decisiones, a cada paso, algo por lo cual seremos recordados.

Vivir es aquello que ocurre durante el tiempo en que no existen las preocupaciones. La preocupación es un instinto de supervivencia, no un estado vital, preocuparse no es vivir, es por lo tanto sobrevivir. Pero la preocupación es algo ciertamente inevitable es algo que puedes transformar en virtud si lo utilizas con el propósito de analizar ese error escondido en tus vivencias.

Siempre que sientes preocupación por algo comienzas a planear posibles finales para poder solucionar lo que te desconcierta, sin embargo esta es una acción reflexiva del ego, no del alma. Por lo tanto tu ego te está haciendo perder un tiempo vital maravilloso donde como te digo no vives, sobrevives y no eres feliz.

Por la contra si utilizas la preocupación desde el corazón, más allá del ego, para analizar no el futuro sino el pasado, verás que la preocupación simplemente frena tu avance en el presente, te indica que no avances, no te dice que retrocedas sino que recuerdes. 
Cuando esta preocupación ocurre te está diciendo que intentes recordar algo del pasado que aún es motivo de preocupación en el presente.

Es fácil poder decir entonces que la preocupación, desde la consciencia, Te advierte del peligro y te hace recordar, es como el hilo que Ariadna entrega a Teseo en el laberinto del Minotauro, para que al seguirlo cuando estés perdido, preocupado, ó sobreviviendo, puedas volver al principio, a la causa de dicha preocupación, y desde el presente puedas liderar de nuevo tu vida...



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