La reencarnación...

Si aceptamos que genéticamente nuestra información vital ó ADN pasa de forma generacional desde más allá de nuestros progenitores, desde nuestros ancestros, podemos decir que obviamente somos y formamos parte de algo que estuvo antes que nosotros que fluye por nuestro cuerpo y que continuará más allá de nuestra muerte. 

Por lo que de algún modo toda esta información que gestiona nuestro lugar y tiempo de nacimiento, nuestras características físicas, la previsión de salud ó enfermedad del propio cuerpo, y la capacidad de ganarnos la vida está influenciada por la historia viva que portamos en nuestro interior, desde el ADN a la memoria celular ó karma genético, por lo que es sensato decir que de algún modo lo antiguo, lo pasado reencarnó en nosotros. 

Nos acompaña toda esta información desde el primer momento de gestación y nosotros tenemos la obligación personal de mejorarla. A través de las experiencias de la vida comparamos patrones y formas de pensamiento de nuestra saga familiar, tan antiguas como el propio tiempo y ligadas al fin y al cabo por ende a toda la humanidad; por aquello del primer Adán y Eva mitocondriales. En definitiva esta es la base de aquello que en el budismo y el hinduismo es conocido como karma y por lo que se está ligado al Kalachakra ó rueda de reencarnaciones.

La reencarnación es un proceso natural. Tan natural como la regeneración celular, cuando una célula se divide en dos, en la mitosis, las dos células contienen en principio la misma información base, por lo tanto una ha reencarnado, ha renacido de la otra. Los seres humanos deberíamos aceptar este proceso que en la occidentalización de las enseñanzas budistas e hinduistas hemos personalizado y llevado al terreno del ego, presuponiendo que nuestro ego y personalidad son las que vida tras vida van reencarnando tomando diferentes experiencias relacionadas con la ausencia de compresión y el sufrimiento que induce la búsqueda de la paz y la felicidad, hasta la llegada de vidas más plenas.

Cierto es que de algún modo somos seres individuales, diferenciados los unos de los otros, somos únicos, y por lo tanto la personificación es parte de este juego de la reencarnación, pero saliendo de este concepto totalmente egoico, los patrones que asociamos como formas de pensamiento de nuestra historia viva, de nuestro pasado karmico y genético son lo que realmente traemos a esta nueva vida.

Nuestro cuerpo y nuestra alma son nuevos en cada encarnación, el alma hace de contenedor de nuestros pensamientos y emociones, y nos permite crear un espacio de información donde colocar nuestra memoria de todo lo vivido, algo así como el ICloud. Y nuestro cuerpo no es sólo nuevo sino que cada vez que la tierra da la vuelta completa alrededor del Sol, en el transcurso de un año, nuestras células se han regenerado por completo, por lo tanto todos nuestros órganos vitales también. 

Aunque el paso del tiempo, y la memoria que de forma celular acumulamos por todo lo vivido se hacen presentes en el ciclo de envejecimiento, esto no es un deterioro sino una cuenta de tiempo que el cuerpo físico transmite a nivel neuronal para inducir la evolución de la mente consciente y para poder desechar dicho cuerpo físico cuando el agotamiento por todas las experiencias vitales lo hayan envejecido tanto que sea necesaria su renovación ó reencarnación. 

Este hecho da sentido a la reencarnación que ocurre a nivel celular, bioquímico y álmico, pues la personalidad ó alma necesita estar manifestada a través del vehículo físico para tomar experiencias, para simplemente vivir y formar parte de esta gran realidad llamada La Tierra...   


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