Ser realista!...

Las leyes de la suerte y el azar conviven con nosotros desde tiempos inmemoriales, también han crecido y se han desarrollado a si mismas a la par que nuestra consciencia. Dichas leyes primigenias, suerte y azar crean y desarrollan el caos, momentos incomprensibles para la mente humana que al tratar de buscar respuesta a estos momentos sólo encuentra la circunstancia de la casualidad.

Algo casual, es algo que ocurre fruto de un momento o instante preciso y que no viene precedido por ninguna circunstancia de causa-efecto. Algo totalmente inusual, pero aún así, a veces y debido a la gran cantidad de leyes universales que rigen nuestras vidas, también ocurre. Sin embargo suerte, azar, o incluso casualidad son peldaños del ya famoso libre albedrío y por lo tanto a través de este, es que estos momentos también ocurren en la vida.

El libre albedrío determina que cada cual puede hacer lo que desee con su tiempo, con su vida. Sin embargo leyes como la de causa-efecto determinan que vivirás la repercusión de todos tus actos, primero de forma mental y emocional para asegurar que el resultado sea siempre el que contenga más orden para ti y para todos los que compartan tu experiencia. Este hecho se repetirá hasta que el resultado sea como te digo el más óptimo, y a esto se le llama karma. Pero si el ego o la personalidad manipulan la realidad de forma que el flujo del tan buscado orden no pueda llevarse a cabo, la repercusión comenzará a somatizarse fisicamente, apareciendo el dolor o la enfermedad. 

Recuerda que el universo busca el orden, la armonía o lo que tu conoces como amor en todas las formas o facetas en las que este se manifiesta, por lo tanto el orden o el amor es el fin último que subyace en todo y en todos. Y para poder saber qué contiene orden, armonía o amor, el universo tiene una característica peculiar para mostrarlo, y esa es la belleza. Todo lo que es bello contiene armonía y transmite amor. Imagina una playa paradisíaca a la caída de la tarde hacia la puesta de sol, o un campo lleno de amapolas, o el vuelo conjuntado de las aves al atardecer sobre campos de trigo, o simplemente cuando escuchas una melodía que te pone el bello de punta.

Como hemos comentado hasta ahora, el azar o la suerte son primigenios mecanismos que activan y preceden cualquier acontecimiento en la vida pero que se manifiestan en un nivel de consciencia básico e instintivo prácticamente en lo que podríamos llamar la consciencia de la ignorancia, que sólo crea desorden y caos, todo lo contrario a la belleza. Para mejorar este nivel creativo la casualidad como materialización de la suerte y el azar deben ser trascendidos, y esto conlleva  trascender también el libre albedrío.

Pues resulta que cuando deseas organizar y tomar las riendas de tu vida tu margen de libre albedrío disminuye hasta tal punto que sólo tienes la sensación o la apariencia del mismo. La toma de consciencia de ti mismo para crear tu vida no es compatible con la casualidad y mucho menos con la suerte o el azar. Tu ya no quieres tener suerte para que te ocurra esto o lo otro si no que al saber lo que quieres simplemente pretendes que ocurra, que se manifieste en tu vida y puedas crearlo, experimentarlo, conservarlo y posteriormente si lo deseas renovarlo, pues este es el ciclo de la creación vital: crear, conservar y renovar.
 
Por lo tanto el libre albedrío no tiene cabida más allá de la ignorancia. Para crear belleza a tu alrededor debes conocer y comprender ciertas reglas del juego, debes convertirte en aprendiz de creador y para ello aún te queda atravesar el camino de la maldad y la bondad, estos son estados de la consciencia que se manifiestan después del paso de la misma por la ignorancia. Pues hasta que no llegues y superes al patrón de lo justo o de la justicia, no podrás comenzar como discípulo o aprendiz de creador.   

La maldad y la bondad siguen siendo aspectos encerrados en el libre albedrío, cuya alegoría está representada en el antiguo testamento por el enfrentamiento de los gemelos Caín y Abel, durante la época de Géminis. 
Sin embargo si conoces la historia sabrás que Caín mató a Abel. Caín representaba la ignorancia, y el desarrollo del ego individual o instintivo, una forma mental rudimentaria donde está excesivamente activo el cerebro reptil de instintos de supervivencia. Por la contra Abel representaba la bondad por su ego altruista y su empatía, una forma mental que se desarrolla sobre el lóbulo frontal, por lo que estos gemelos eran antagónicos, opuestos pero también complementarios, y simbolizaban la eterna lucha del bien y del mal. 

Sin embargo fue el mal quien ganó la partida, esto nos muestra que el siguiente patrón evolutivo de la consciencia después de la ignorancia es la maldad que permite crear un ego individualizado que buscará siempre el resultado mejor para uno mismo sin importar las consecuencias. 

Recuerda que la bondad sigue conteniendo un error, que sigue estando dentro del patrón de la ignorancia o libre albedrío y que no permite crear la vida. La bondad es un estado de la mente donde se cree que la mejor forma de actuar es buscar el bienestar de los demás por encima del propio.

Imagina que tienes escasos recursos económicos y alguien al que aprecias o tienes en buena estima te pide una ayuda económica y tu basado en ese patrón de bondad le ayudas económicamente, que pasaría si después de esta acción tu necesitaras disponer de dicha economía de la cual ya no dispones? Pues que el problema del otro lo has asumido en tu vida por ese patrón de bondad, por bueno, y la experiencia que debería haber vivido la otra persona y su repercusión la vas a somatizar tu en tu vida, como consecuencia de tu libre albedrío. Esta experiencia te causara sufrimiento, mientras que el otro cubrirá sus deudas, no sufrirá y no habrá aprendido su lección ni habrá evolucionado. Con lo cual la causa de la falta de economía seguirá activa en su vida, y volverá a ocurrirle algo similar de nuevo para que este la armonice, para que la lleve al orden.

Como ves es casi peor ser bueno que malo, casi peor ser altruista que egoísta. Como te digo todo esto son sólo estados de la mente que reflejamos en nuestros actos día a día y que están creados para provocar la evolución de la consciencia que al pasar de la ignorancia a la maldad y de la maldad a la bondad puede crear un salto cuántico al siguiente estado mental que es la justicia. Por eso Jesús solía decir que los justos van al cielo...








   

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