El ADN, la llave de la vida...

La evolución de la consciencia promueve una modificación genética que se imprime en el ADN, y crea una metamorfosis celular.

Analicemos metamorfosis por un momento, meta-más allá, morfo-forma, osis-óseo,
Por lo tanto diríamos que la transformación desarrolla aquella parte de nosotros que está más allá de la forma corporal, del cuerpo físico. La forma extracorpórea.

¿Y que está más allá del cuerpo físico? Lo que tradicionalmente conocemos como espíritu, la espiritualidad. Nos transformamos en seres más espirituales, donde las comprensiones, y la capacidad de ordenar la vida desde el amor centraran nuestro siguiente periodo evolutivo como seres humanos, para trascender al homo sapiens.

La metamorfosis como proceso biológico se desarrolla desde el nacimiento hasta la madurez, por medio de grandes cambios estructurales y fisiológicos. No sólo hay cambios de tamaño y un aumento del número de células sino que hay cambios de diferenciación celular. Es decir que las células se comportan en función de lo experimentado, tienden a regenerarse, o a destruirse, crean sanación o enfermedad, y este nivel vibracional y celular, modifica la cadena de información ADN. La verdadera llave de la vida.

La realidad de la vida se constata por su simple actividad, así en tanto hagas así serás reconocido, son los actos, las acciones en la vida la mayor forma de expresión del alma. El espíritu es todo aquello que puede llegar a ser un ser humano, es todo aquello que ya fue, y es el precursor de la vida, pero el alma es de carácter estático, el alma no actúa, no interviene, el alma sólo contiene la información que has adquirido a través de la expresión libre de tu ser y de tu estado de consciencia. 

Es por lo tanto la mente la que lidera, desde tus estados o planos mentales, el propósito de evolución, de crecimiento personal. Todo es mente, todo fluye de un estado mental que se proyecta más allá de ti mismo en el tiempo, para analizarse, para compararse, comprenderse y contrastarse dentro del sendero de la creación.  

La mente hasta llegar al estado iluminado, es un compendio de ideas, de ideales o de creencias, sostenidas desde la suerte de lo experimentado. Estas creencias también se desarrollan desde la sensación de saciar impulsos o deseos que nos dan placer, entendiendo dicha forma de placer, como el placebo instantáneo y caduco de la felicidad, pues el placer desaparece si la idea o la forma creada que lo sostiene se acaba.

Sin embargo la felicidad es duradera y perenne, apareciendo justo después de haber superado la experiencia adversa que creaba insatisfacción en la vida. Es cierto que en los últimos años hemos vivido en un estado sensorial de placeres, pero es más cierto aún que dicha forma de evolución no contiene férreos cimientos, pues todo se derrumba si la existencia del placer desaparece, si el fruto de la devoción es trascendido, y esta es hoy nuestra verdadera realidad, cayeron ya los frutos caducos del placer, y esta crisis global y existencial nos encomienda hacia la búsqueda de la verdadera felicidad. 

Pero para encontrar la felicidad necesitamos no sólo de la mente sino de un sentimiento de libertad de acción y propósito que sólo nos puede brindar el corazón.

El corazón contiene también su propias neuronas, diferenciadas de las neuronas cerebrales, cuya función es transportar la información al torrente sanguíneo, debido a esto emiten luz desde su interior, variando tu vibración a través del fluido de la vida, tu sangre.
Cuando uno no alinea su mente y su corazón la información de estos dos cerebros o puntos de mando no es coincidente, no cuadra, la diálisis bioenergética natural que estos dos órganos producen entre si no es efectiva, no se ordena la información de lo vivido, y no se almacena en el ADN. 

Entonces la incomprensión llega al ser humano a través de su forma emocional, creando una emoción no filtrada, algo que aún no se ha comprendido en el proceso mental y que creará un periodo de bloqueo energético, capaz de desconectar los órganos físicos del ser humano, llegando a producirse, en este punto, la enfermedad.

El proceso de análisis entre estos órganos, mente y corazón consiste en la absorción de energía vital. Del mismo o similar modo que cuando en tu vehículo aparece de repente encendido el símbolo que detecta que falta combustible, y sabes que dicho símbolo activo te recomienda repostar combustible para poder volver a circular con él.

Existe una señal de información continua, un vínculo permanente, que monitoriza en tu coche la capacidad del depósito de combustible, conectado a dicho indicador lumínico, y que avisa al cerebro del vehículo, en este caso a ti, como conductor, de que falta cantidad de combustible.

Del mismo modo, tu tienes un vinculo con todo lo que te rodea, con tu vida, desde la mente y el corazón que analiza, segundo a segundo, todas tus acciones para crear una hoja de ruta, para saber y conocer más de ti mismo.

Esto es lo que realmente se imprime en tu cadena de ADN. La información de todo lo vivido, va a parar a tu ADN, que creará desde el cuerpo endocrino, desde sus hormonas, la información a desarrollar en el plano físico, a través de tus correspondencias vitales, tu fuerza o debilidad, tu estabilidad emocional valorada desde el corazón, o tu comprensión espacio temporal, valorada desde tu cerebro. Cuando nos referimos al cerebro, hablamos de sus glándulas cognoscitivas, Pineal, Pituitaria e Hipófisis.

Cuando el Ser humano ha vivido comprendiendo o no dichas experiencias, o fases vitales de la vida para el propósito de su iluminación, esta energía ya modificada vuelve hacia el espíritu, y será interpretada de forma más o menos ordenada por el corazón y la mente. Esta información quedará entonces imprimida en el ADN, creando un flujo bidireccional, una hélice de causa y efecto, que ordena la información a través de lo que el ser humano ha comprendido o no.

Entonces el libre albedrío se reduce al karma de la vida, lo que queda por ordenar de dicha información del ADN, esto es algo así como una hoja de ruta, un calendario o anuario que contiene la dirección o rumbo de lo que se va a vivir, a materializarse para irse puliendo poco a poco para ser más preciso en los actos de la vida y así es que nos vamos acercando más a la libertad de acción y a la meta final de la felicidad...




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