Negociar para cambiar la vida...
Vivimos en un mundo asfaltado y sin vida. Marcado por las prisas, por las circunstancias y nos sentimos zarandeados por un mar de soledades que jalonan nuestras vidas.
Nuestros pensamientos caen en la monotonía y nuestras emociones se hunden en la melancolía de otros tiempos donde vivíamos mejor, o donde éramos tan ignorantes y necios que no escuchábamos nuestra alma, esa voz interior que nos habla, que nos susurra cada día, a cada paso y que desea liberarse y liberarnos.
Pero nosotros solemos mandarla directamente al ostracismo y la condenamos a bajar errante. Hasta que la desidia de los días nos lleva a renegar de nosotros mismos, de nuestra actitud y nuestra falta de madurez o cobardia para cambiar, para negociar con la vida.
Si, debemos negociarlo todo, debemos debatir con nuestro yo interno, con nuestra alma, con todo aquello que dentro de ti tiene ansias por conducirte a la libertad. Pero, ¿De que tipo de libertad estamos hablando? ¿Qué estamos negociando? ¿Acaso ahora la vida se basa en ganar o perder?
Bueno, nos han enseñado que unas veces se gana y otras se pierde, que nunca se puede tener todo, que existimos dentro de márgenes tan dantescos como el bien y el mal, y que todo lo que haces predetermina tus acciones hasta que aquello que has determinado hacer no tenga ni un ápice de error, y a esto lo llamamos Karma.
Pero antes de retomar el tema en el que hoy nos centramos, la negociación con la vida. Me gustaría dejar claro que el Karma como expiación del pecado del error, busca la perfección o el perfeccionamiento de la forma. La forma es la expresión externa o material de todo lo que eres, sientes y piensas. Por lo que ver en tu alrededor orden y armonía en la forma en que has decidido vivir te pone en la ausencia de karma, de error y te acerca más al estado de perfección.
Pero la perfección de la forma es una quimera! En la materia, en la vida la perfección no existe. No hay un árbol igual a otro, ni una sola rama es igual a la de al lado, la fruta que el árbol nos da es similar al resto, pero entre ellas son completamente diferentes. Los paisajes que la naturaleza nos regala son muy diferentes depende del lugar del mundo donde nos encontremos y por mucho que comparemos todo esto, nosotros sólo gozamos a ver en ellos orden, equilibrio y armonía, en definitiva belleza, que no la perfección, porque la vida en cualquiera de sus manifestaciones no es perfecta.
La perfección debería ser sólo un estado interior que valorará la honestidad y la madurez de cada uno de nosotros, algo así como la coherencia entre lo que pensamos y lo que sentimos, con lo que hacemos y decimos en nuestras vidas, esto es lo que realmente busca el karma. Esa coherencia proyectada en cada acto de la vida genera la belleza, la armonía y el orden del mismo modo que en la naturaleza, pero como te decía no crea perfección en lo externo.
En resumen nada en este mundo es perfecto, perenne y se mantiene estable con el paso del tiempo, nosotros mejor que nadie deberíamos de saber que todo cambia con el paso del tiempo.
Por lo tanto el Karma contiene el error de creer que puede crear perfección. Basándonos en este hecho, cada vez que cíclicamente en el tiempo repites una experiencia de similares resultados o circunstancias te acercas a la perfección de la forma externa, estás valorando desde tu recuerdo o memoria otros momentos parecidos en el tiempo para poner más armonía en el momento presente, para no generar más karma.
Cuando esto ocurre solucionas el presente y alivias parte de tu sufrimiento acercándote a la perfección o realmente manifestándola. Has reparado el pasado, saneado el presente y vaciado tu futuro de cualquier efecto que acabaría por condicionar tu vida, tu camino. En realidad te has hecho libre, o un poco más libre, y así es que puedes comenzar a negociar una nueva vida.
La perfección que has creado y que te hace sentir más libre, la percibes, la ves por comparación y contraste con dicho pasado y entonces sientes que está todo en el mejor momento, que estas en el momento perfecto.
Pero la perfección en la materia dependen de su conservación. Sin embargo dicha conservación no es un estado de energía, puesto que la energía es movimiento y el movimiento es cambio.
La conservación es ese momento en el tiempo donde uno desea permanecer porque todo es perfecto, pero ojo, porque eso es una proyección del ego, no de la energía o mejor dicho del alma o del espíritu. Es por este error por lo que necesitamos, como te decía, negociar.
Negociar o mejor dicho, La acción de negar el Ego. Negar el ego, o negociar nos coloca en una posición nueva y determinante en la vida, que nos muestra un punto de vista donde el karma fruto del ego desaparece, donde lo perfecto no tiene ya sentido, donde el tiempo estanco o el estado de conservación desaparece y donde todo es un cambio.
Pero debes saber algo, el cambio del que hablamos no es aquel que hace que de forma constante nos estén ocurriendo cosas continuamente que nos marquen un camino. Eso lo provoca la inconsciencia o ignorancia y aquí hablamos de madurez, de trascender el ego y para ello negociar atrae la energía del cambio, cuya proyección externa es la base de las probabilidades o posibilidades.
Por lo tanto el cambio es un momento en el tiempo donde se concentran todo tipo de posibilidades para ser manifestadas. Es decir es un momento en el tiempo donde puedes proponerte vivir y verificar ese estilo o tipo de vida en el momento en donde todo ocurre, el presente. pero en un tiempo nuevo, sin Karma, sin peso, sin tener que negociar.
Más bien todo cambio es un estado de la consciencia llamado el ahora. No se trata sólo de un tiempo donde ocurren cosas diferentes, sino que es un profundo sentimiento interno del alma que ha descubierto sus posibilidades, y que crea tiempos nuevos, diferentes y revolutivos, donde a la larga sí que se observa que todo ha cambiado.
En definitiva atrévete a negociar, a discrepar con tu yo interno, atrévete a mirarte en un espejo y hábla, dialoga contigo o simplemente obsérvate y compadécete, pero recuerda que todo cambia con el paso del tiempo, lo queramos o no.
Así como la naturaleza pasa del gélido invierno a la suave primavera, así es la consciencia del cambio, una primavera que te permite florecer para volver a cambiar tu flor por tus frutos...
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