El arte de vivir...

Todo lo que somos, lo que pensamos y sentimos está determinado por diversos aspectos que organizan nuestras vidas. Existe algo así como un esquema de las cosas, donde nuestros asuntos se ven condicionados, manipulados por cierta cantidad de información que acumulamos por las experiencias de la vida. 

El lugar donde nacemos, el tiempo en que lo hacemos, nuestros progenitores y la familia en la que viviremos, determinarán nuestra edad cronológica, psicológica y por consiguiente nuestra edad biológica, además de generarnos una predisposición genética capaz de tener un cuerpo más o menos saludable, una capacidad para ganarse la vida y ciertas formas de pensamientos que nos hacen ver la vida de manera muy diferente a cualquier otro individuo. 

Dichas formas de pensamiento se debaten entre lo correcto e incorrecto, entre el concepto del bien y del mal, como patrón de equilibrio y justicia moral, pero sin embargo lo que es justo o correcto cambia con el paso del tiempo. Esto organiza nuestra mente y con ello nuestra predisposición de aceptación de la realidad. 

Los hemisferios cerebrales, racional y emotivo se llenan de esta información totalmente externa y que estará activa desde el nacimiento hasta un periodo comprendido entre los dieciocho y veinticuatro años de edad, momento en que la glándula pineal deja de secretar hormona de crecimiento y se presupone que el cuerpo físico está completo y ha acabado su fase de creación. Con esto lo que se consigue es crear un tipo de personalidad o conducta que pueda aceptar, pero no modificar, la realidad que se vive. Modificar la realidad significa cambiar todo aquello que genere sufrimiento. 

Lo que genera sufrimiento es falso, contiene una forma de pensamiento no generada por uno mismo sino recibida como conocimiento. Y el conocimiento es información externa que has recibido pero que no has comprobado, que no has experimentado con ella para saber si te es válida para crear la vida o te genera conflicto y sufrimiento.

Modificar la realidad, liderar la vida y organizarla depende de ciertas emociones que no conocimientos. Los parámetros que condicionan la vida caducan, como decíamos, alrededor de los veinticuatro años de edad cronológica, como mucho. Ocurren entonces ciertas cosas, una de ellas es que hasta dicho periodo todo lo que se experimenta está predispuesto para crear un tipo de personalidad que revolucione todo lo aprendido, que pueda cambiar toda la realidad que no sea de su agrado o donde exista el error o sufrimiento y es por esto que el karma es mínimo en esta parte de la vida y permite tener libertad de acción para valorar algo tan vital como es el hecho de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Además en este periodo se pasa de la edad psicológica, ya desarrollada en este tiempo, a la edad biológica, que concluye también con la menor secreción de hormona de crecimiento. Es decir acabado el proceso de creación del cuerpo a nivel biológico, este empezará a somatizar todo lo ocurrido a partir de ahora en la vida. Lo neutro o positivo generará vitalidad, por lo contrario, lo negativo o sufrido generará la ausencia de salud y vitalidad produciendo un estado de debilidad anímica donde el proceso de enfermedad puede comenzar a hacerse efectivo.

Todo lo que ocurra en la mente y se proyecte en la vida, según las formas de pensamiento, se valorará a partir de este punto desde la edad biológica, imprimiéndose en el ADN todas las emociones recibidas, las cuales hasta este momento no llegaban a tal nivel de profundidad, sino que se albergaba la información sólo en el nivel celular, pudiendo provocar sólo síntomas o dolores, pero no patrones de enfermedad graves, crónicos o degenerativos. La impresión emotiva en el ADN genera lo que conocemos como karma, pues el ADN es nuestro cuerpo de luz y toda información se valora desde este cuerpo o campo de acción que es el de mayor consciencia de la realidad.

Cuando esto ocurre las emociones nos preceden y es en este momento cuando si se puede modificar la realidad. Las emociones son el motor del cambio, pues al estar ya imprimidas en el ADN, o cuerpo de luz, nos dan la mayor cantidad de información a cerca de nosotros mismos. 

Ya no debatimos las cosas desde el aspecto mental del bien y del mal, desde el concomiendo externo y nos posicionamos según esto en la vida, sino que las emociones nos permiten dar un salto cuántico y trascender lo vivido, pues nos hablan directamente a nosotros sin condicionantes. 

Las emociones que tenemos son las que son, no podemos obviarlas, si algo nos hace sufrir, es así, cierto para nosotros y si nos hace feliz o nos da paz, es igual de cierto, aunque no se así para el resto. Entonces este nuevo nivel de realidad, de conocimiento interno de nosotros, produce el despertar de la consciencia, y cuando esto ocurre nos hacemos conscientes, presentes, manejamos el tiempo en el aquí y ahora y podemos liderar la vida pues tenemos emociones extremas acerca de los resultados de nuestras experiencias vitales codificadas ya en nuestro interior, son extremos emocionales de sufrimiento o felicidad que nos impulsan a cambiar la realidad, a volvernos generadores del cambio y liderar así nuestras vidas.

Como ves existen dos periodos evolutivos en la vida, uno de formación mental, donde actúa la mente y se organiza el espacio y otro de formación emocional, donde actúa el corazón y se organiza el tiempo. El espacio o el lugar que escogemos para vivir es la excusa de aprendizaje del alma para tomar las riendas del tiempo. Son las emociones las que guían nuestros pasos y por lo tanto cambian el tiempo, la realidad, y la vida. 

Recuerda, somos seres sintientes, sin embargo pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Cuando pensamos demasiado perdemos el tiempo, no vivimos y enfermamos. Cuando sentimos, actuamos más rápido, organizamos la vida a través de los sentimientos o emociones que valoran la magnitud más importante por la cual vivimos y nos relacionamos, el amor. 

La cantidad de amor que experimentamos determina el tiempo que vivimos, lo que somos y lo que hacemos, así que cuanto más valoremos nuestros sentimientos y cambiemos la realidad en función de ellos más tiempo biológico y psicológico tendremos, y por lo tanto más tiempo cronológico. Viviremos más pero porque viviremos en paz y armonía, felices. Sino es de este modo, ¿Qué sentido tiene vivir por más tiempo?...




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