Los pies descalzos, enseñanzas nativas...

Hubo un tiempo en que los hombres caminaban descalzos por la tierra, desde los primigenios hombres de las cavernas hasta los últimos nativos. Cuando caminas descalzo sobre la tierra te das cuenta de que ella es más fuerte que tú, de que ella moldea tus pies y los fortalece para que sigas caminando. 

Así es también en la vida, nada de lo que te ocurre está creado por el Gran Espíritu para echarte a un lado del camino y hacerte desistir de tu empeño, sino para fortalecer tus convicciones, tus esperanzas o tu fe, en definitiva para darte unos pies firmes y fuertes que te permitan seguir caminando. Como ves nunca debes dejar de caminar, de ir hacia adelante, de buscar nuevas metas, nuevas oportunidades o desafíos, pues no sólo necesitarás de unos pies fuertes y firmes sino de una mente clara, lúcida y constante.

Los pies contienen las últimas terminaciones nerviosas que los conectan con los neurotransmisores de la cabeza una vez estos han recorrido todos los sistemas corporales y existe una conexión importante entre la cabeza y los pies. Al caminar descalzos las terminaciones nerviosas dilatan los capilares sanguíneos y los pies necesitan más sangre para continuar caminando, el corazón bombea más rápido, y por lo tanto tiene una mayor oxigenación, la sangre más oxigenada, más purificada pasará por todos los órganos vitales antes de llegar a la planta de los pies, mejorando su actividad y desarrollando un estado de vitalidad y salud. 

Caminar descalzos no sólo mejora el rendimiento sanguíneo, además promueve una recuperación celular de los órganos vitales y activa el corazón, haciendo que tú campo psicobioemotivo se expanda. Cuando esto ocurre a nivel psicológico uno se vuelve más libre, menos mental, desarrolla una mente abierta y es más empático. Puede comprender, aceptar y tolerar al resto de sus hermanos, los cuales también han caminado descalzos, los cuales también han vivido y han sufrido o han sido felices como cualquier otro.

Como habrás podido observar caminar descalzo, desarrolla un proceso cognitivo que con el paso del tiempo y nuestro actual estilo de vida hemos perdido. Este proceso se sostiene en tres zonas clave del cuerpo: La cabeza, el corazón y la planta de los pies. Según la medicina oriental todos los órganos tienen su representación bioenergética en la planta de los pies, en la actualidad esto se conoce como reflexología podal. Pero como te digo es un proceso cognitivo del cuerpo de restauración del nivel de energía vital y salud corporal que realiza el cuerpo desde que el hombre se irguió para caminar sólo sobre dos patas.

En este proceso se genera un campo de fuerza entre la parte eléctrica del cuerpo el cerebro y la parte magnética en la planta de los pies, creando un campo de fuerza toroidal que vibra a nuestro alrededor y que es capaz de condensar todo lo que somos, los sentimientos y pensamientos en torno a todo lo que experimentamos, a lo que vivimos. Este campo de fuerza necesita de una energía neutra para equilibrarlo y esta función la hace el corazón y sus neuronas que son diferentes a las del cerebro. Es decir, nuestra mente atrae protones de la bóveda celeste, la planta de los pies atrae electrones del campo magnético terrestre y el corazón genera neutrones que equilibran este campo de fuerza vital.

Sin embargo hay algo más interesante aún, para que el corazón genere neutralidad debe uno conocerse a sí mismo, debe de haber abandonado el sufrimiento y debe haberse reconciliado con la vida, pues sí en alguno de estos sentidos todavía no existe equilibrio, sí aún se alberga dolor, o sufrimiento, o remordimiento, o simplemente no se es feliz, entonces no se genera neutralidad y el campo de fuerza se descompensará. 

Cuando esto ocurre se crea la polaridad en nuestro ser, nos situamos sólo en la mente o sólo en la emoción. La mente tiene un error, la mente cree que puede adaptarse y dar por validad la realidad del presente aún cuando está como hemos visto tiene algún sufrimiento. Y la emoción tiene otro error, la emoción cree que lo que es perfecto puede volverse imperfecto. 
Estos dos extremos generan el miedo y el sufrimiento. El miedo a atreverse a cambiar y liderar la vida y el sufrimiento de vivir una vida que no se desea por la falta de atrevimiento al cambio.  

Por todo esto y mucho más nosotros caminábamos descalzos, pues uno se vuelve más humilde, más callado, menos iracundo y más reflexivo. Se vuelve compasivo y tiende la mano al hermano para caminar todos unidos, para aliviar el dolor de los pies descalzos por la carga de lo vivido. Nosotros vivíamos libres, nuestra mente no tenía polaridad. 

Entonces hubo un tiempo donde conocimos al hombre blanco que vino a nosotros con botas en sus pies, calzado, y nos enseñó que éramos animales, que no éramos civilizados, que teníamos qué avergonzarnos por ir desnudos, que eso era malo, que nuestros dioses, aquellos que nosotros venerábamos, el padre Cielo, la madre Tierra, el abuelo Sol, la abuela Luna el Espíritu de los animales y las plantas no eran nada sagrado o a tener en cuenta. 

Y el hombre blanco nos dio un libro donde estaba escrito que era bueno y que era malo, que estaba bien y que no, nos dio un nuevo Dios que transformó nuestra mente inocente, sin polaridad  y a este Dios nosotros le llamamos hoy polaridad. 

Nuestra mente era libre, como nuestro cuerpo del cual no nos avergonzábamos, nuestra vida era tan simple y sencilla que la madre Tierra nos regalaba el alimento y por eso la venerábamos y le dábamos gracias, el Sol nos calentaba y simplemente se lo agradecíamos, éramos todos hermanos. 
Y lo mejor de todo, recuérdalo, nosotros caminábamos descalzos y el hombre blanco no... 


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