Mejor vivir sin miedo...
El ser humano es un espíritu libre, y por ello está lleno de motivaciones y deseos, es algo así como una reacción inestable, que necesita del cambio constante para existir y así llegar a un estado de neutralidad con aquello de lo cual forma parte.
Dicha constante de cambio busca siempre ordenar la realidad más allá del momento presente.
La realidad esta basada, creada y posteriormente manipulada por cada uno de nosotros en base a lo que sabemos de nosotros mismos hasta el momento, sin distinguir lo bueno de lo malo, pues todo es necesario para que expresar lo mejor de cada uno.
Pero ser consciente de uno mismo está determinado por lo vivido desde la imperfección, por como la personalidad puede hacer frente a dicha imperfección y tornarla perfecta en el tiempo. Pero hacer perfecto lo imperfecto depende de un equilibrio de frecuencias resonantes, que actúan en el cuerpo físico, la mente y el espíritu.
Dichas frecuencias son:
Las frecuencias del corazón, que se miden por el deseo y oscilan desde el amor imperfecto al amor puro.
Las frecuencias de la mente, que oscilan entre la previsión de futuro y las acciones del pasado ligadas a las leyes de causa y efecto, al karma.
Las frecuencias de la acción, que están determinadas por las decisiones de la vida, la apariencia del libre albedrío y son valoradas entre las necesidades y los deseos.
Las frecuencias del corazón:
El mas básico de los sentidos extra corpóreos es la capacidad de modular el tiempo. Pero cuando la vida se realiza desde el karma, el tiempo no lo controla el ser humano, y su percepción temporal para entender la realidad pasa a través del ego; este se vuelve tu medida de tiempo, tanto tienes tanto vales, tanto vives. Acrecentado de sí, el ego cree que puede cambiar la realidad.
La manipulación personal y egoica, es necesaria para crear la individualidad y formar el carácter, y nos posiciona en todos los roles que jugamos en la vida. Sin embargo este carácter creado está adulterado por la realidad de los sentidos, de la materia y de los deseos, y al final siempre sentimos que aún teniéndolo todo algo nos falta, o no conseguimos alcanzar nuestras metas. Es aquí donde reside la imperfección del amor, cuya lección es transcender el carácter hacia la personalidad, para más tarde trascender la personalidad hacia la espiritualidad. Y la espiritualidad es inmutable, pues que lo que es de carácter universal no se puede cambiar.
Las frecuencias de la mente:
En la proyección mental el tiempo juega en tu contra, te envejece, te hace adolecer y produce la enfermedad. Debido a esto se suele tener la creencia de que algo se ha hecho mal, o se intuye que algo falla. Dicho aspecto introspectivo es el recurso final del ego para no desaparecer, para infiltrarse en la mente, y lo peor hace que sientas miedo, miedo al padecimiento de aquello imperfecto que creaste.
Cuando sientes miedo es porque crees que lo que es perfecto puede volverse imperfecto, o deficiente, creando así miles de futuros condicionados por esta sensación donde todos los finales son nefastos. La opresión hacia el futuro y la carga del pasado te limita en un presente imperfecto con el agravio del temor a vivir, a atreverte a experimentar.
Aún así este punto es verdaderamente el principio del cambio, pues la mente ordinaria cree que puede distorsionar la realidad que el mismo creó. El ser humano al no poder cambiar la realidad que creó a golpes de ego, comienza mentalmente a distorsionarla llenándose así de falsas creencias que no de certezas. Pues hasta que no trascienda el miedo no intentará tener certezas, verificar sí lo que vive lo padece, o lo libera y vivifica.
Este momento ayuda a trascender la realidad pues abre el corazón, y desde el corazón el tiempo pasa a ser un aliado. Cada día es una oportunidad llena de esperanza y confianza plena. El corazón ordena la realidad porque diferencia lo que es importante y lo que es necesario en la vida.
Las frecuencias de la acción:
La acción vital muchas veces esta manipulada por el miedo, pero qué es lo que manipula o mejor dicho decide el miedo. El miedo decide en la visión dualista el concepto de la maldad y la bondad, del bien y del mal, es a través de las emociones creadas desde el miedo que tomas decisiones en la vida presumiblemente buenas o malas.
El miedo te adultera creando una acción basada en las necesidades egoicas fruto de un análisis mental ordinario regido por la lógica y la razón. Pongamos un ejemplo: sí un niño se porta mal en una determinada situación su madre muy posiblemente se lo reprenderá, tendrá una buena regañina, por lo tanto la adulteración mental del niño por el miedo sugestivo a la regañina hará que la próxima vez en una situación parecida decida hacer algo diferente. Por contraste se posicionará en el bien, o la bondad y es el miedo el que le hace salir de la maldad, no la toma de consciencia de la propia acción en sí misma, sino simplemente un mandato superior por parte de la madre. El aprendizaje de la acción es prácticamente nulo. Como ves el miedo crea la vida por necesidades de supervivencia basadas en algo tan arcaico como el concepto dualista del bien y del mal.
Para crear una acción más allá del miedo, de las necesidades, del bien y del mal, o del juego del karma se necesita de un salto cuántico de la mente hacia la mente superior, la mente consciente que abre la puerta del alma, entendiendo alma como la unión del corazón y la mente.
Cuando la mente está preparada y el corazón dispuesto entonces el alma aparece. Sin embargo aún en esta oscilación de frecuencias el alma paradójicamente cree que cada uno puede ser su propio creador y que está a cargo de su propia creación.
Más bien cada creación individual es un fragmento minúsculo de algo mayor y colectivo unido a un propósito común de evolución, cuyo papel del alma es inducir al ser humano para que se cuestione su nivel de realidad y su propósito en la vida. Desde el alma la vida se ve con otros ojos, el bien y el mal desaparecen, se cambian por conceptos como conveniente o inconveniente.
El tiempo es lo más sagrado que poseemos para darnos cuenta del nivel de amor que existe en nuestras vidas, todo ocurre dentro de él, es la esencia de la cuarta dimensión. Cuanto más tiempo pasa, más información tiene para nosotros, está lleno de experiencias y de lecciones.
En la vida el tiempo no se ve, pero es lo más espiritual que tenemos, no es de carácter material, no se puede detener, retroceder o avanzar, el tiempo es crea gracias a una proyección de la mente, de la consciencia y por lo tanto solo se manifiesta en la materia a través de nuestras acciones. Es el uso que hacemos de él lo que determinará nuestra espiritualidad, nuestra felicidad y nuestra armonía en la vida.
Recuerda que tu cuerpo físico es sólo un recurso de aprendizaje al servicio de tu mente, sí el cuerpo enferma es porque la mente está en el error, por lo tanto más cerca del ego que del espíritu, que la sanación o curación del cuerpo físico es una liberación del miedo y por lo tanto de la dualidad, de la materia y te propulsa hacia la siguiente dimensión, tu corazón y el tiempo.
El tiempo que pasa debes vivirlo en paz, la salud depende de tu medida de paz y esta, de los actos de tu corazón...
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