Aprende a confiar...
Contraemos responsabilidades con el paso y el peso de la vida, las maceramos en nuestro interior y las expresamos a cada paso del camino, a menudo somos lo que somos, no lo que deseamos ser, ni lo que un día fuimos. Lo que deseamos en lo venidero parte de una carencia en el presente, y sí hubo un tiempo mejor su recuerdo se convierte hoy en añoranza. Por lo que lo único indiscutible es quienes somos aquí y ahora.
¿Y quiénes somos? ¿Cuántos de nosotros nos reconocemos o nos desconocemos, cuantos nos hemos encontrando y cuantos tenemos la sensación de estar perdidos?
El sorprendente vínculo en común de todos es que alguna vez perdimos la confianza. Algunos comienzan a recuperarla, otros andan en el camino, y es que obtener la plena confianza en uno mismo es una de las arduas tareas en las que la consciencia se centra, pues sin confianza como sin valor nada se lleva a cabo, y lo contrario es el germen del miedo y la imposibilidad.
Somos proyecciones de mil y una experiencias que nos anclan al pasado, por eso anhelamos la liberación y la felicidad en nuestros futuros, pero es innegable que sin duda alguna somos capaces de crear oportunidades, de construir nuestras vidas y de tomar la iniciativa de todas ellas. Y Para ello sin duda alguna la virtud de la confianza ha estar presente en todo propósito vital.
La confianza aniquila los estados mentales necesarios como la fe y la esperanza donde hasta ahora hacían las funciones de la falta de confianza, pero si se tiene confianza se abre una nueva visión, una nueva forma de sentir y pensar más allá de la lógica y de la razón, basada en la percepción. Cuando se percibe la vida se utiliza el corazón como una mente que comprende sentimientos, pues la mente racional está destinada a aceptar hechos y el corazón a aceptar emociones. La aceptación es el paso previo hacia un análisis sincero de lo vivido, este análisis lleva a la comprensión del hecho ocurrido, y esto hace que la aceptación transforme la vida.
La confianza permite aceptar lo que somos aquí y ahora, lo que vivimos a diario. Tal y como hoy la proponemos esta virtud no puede hacernos caer en la desidia y la impotencia que son pasto del ego y que crean falsas esperanzas de futuro que sólo nos permiten zafarnos de lo sufrido.
Cuando se acepta la realidad se deja de negociar con la vida, desaparece el tira y aflora, y sintiendo la confianza interior las soluciones se vislumbran en la mente para poder cambiar nuestras realidades. Las soluciones, las novedosas ideas que nos envuelven son las precursoras del cambio, por lo que en la virtud de la confianza la aceptación significa el principio del cambio, y por lo tanto de la evolución.
El tira y afloja, la lucha interior dejan de existir cuando reconocemos que somos lo que somos y que estamos en el aquí y ahora. Aceptando que lo que tenemos es lo que necesitamos para crecer espiritualmente, sea caos o equilibrio estamos siempre en la perfección, buscando el perfeccionamiento de la forma.
A través de la confianza y la aceptación se transforma la personalidad, esta nueva faceta utiliza el corazón como buscador de tu medida de paz, y te permite adaptarte a las circunstancias aceptándolas, comprendiéndolas y buscando el particular mensaje que cada una tiene para ti...
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