Castillos en la arena...

Como seres humanos somos efímeros, provisionales, maleables, no somos más que castillos construidos sobre las arenas del tiempo. Estamos unidos los unos a los otros como los granos de arena lo están para crear los castillos; pero aunque la apariencia es firme y férrea, pronto nos desvanecemos, casi siempre por una causa exterior, como lo hacen los castillos en la arena. Sean las olas del mar, el raudo viento que serpentea la orilla, o la pisada de algún endiablado chiquillo, siempre desaparecen. 

Estamos pues condenados a desaparecer, a volver a ser parte de un gran montón de arena. Lo cual nos recuerda el paso de la vida en su forma visual, la apariencia de lo mundano, de lo cotidiano y como no de lo físico o tangible. Pero existe algo más allá de la forma construida en la arena, un simbolismo, una representación, algo que transmitir, algo que ha de perdurar en la memoria del tiempo, por eso existimos, por eso somos y vivimos. Es detrás del simbolismo de la forma que se esconde lo que da sentido a tu obra, a tu creación, y es tu espíritu. 

El espíritu es la causa que dirige tu obra para que al ser construida quedes satisfecho, es el porqué de tus actos, tu impulso vital; es de carácter imperecedero, eterno, a diferencia de tu humanidad y tu cuerpo físico. Tu espíritu es la suave y fina mano que moldea la arena. 

Una vez moldeada la arena como artista expresaste lo mejor de ti hasta el momento, representaste en una composición todo lo que eres, creaste entonces un símbolo, un símil, una proyección de tu interior. Así es como el espíritu te crea a ti y a tu cuerpo físico en la densidad de la materia, creando una alegoría que se pueda expresar en la vida, y cuyos actos perduren más que castillos sobre la arena.

El resultado que den tus creaciones, te llenarán de información, te harán consciente de ti, sabrás entonces como creas tu vida, sí estas en la categoría de aprendiz o de maestro constructor. La suma de estos resultados te dicen que nivel evolutivo lograste. A esta suma de resultados tú le llamas alma. 

El alma es el cúbiculo donde guardas todas tus creaciones, sus emociones y lo que te han aportado en la vida, es decir el mejor conocimiento de ti mismo hasta el momento para manejarte en este juego donde todos construimos con las arenas del tiempo. Por lo que más allá del alma necesitas un espíritu que te guíe, que te involucre, necesitas de esa chispa divina que encienda tus dormidas carnes.

Pero tomar las riendas desde el espíritu implica ser honesto contigo mismo, debes dar lo mejor de ti en cada momento pues no sabes lo que este va a durar; como los castillos en la arena, todo es efímero, todo pasa y el tiempo todo lo puede. 

Entonces aunque vivamos la vida a sorbos, en instantes, sí creamos desde lo mejor que hay en nosotros estaremos creando arte a nuestro alrededor, belleza y armonía para construir un mundo mejor, un mundo nuevo en cada pequeño acto, sabiendo que en cada cubo lleno de arena hay una nueva oportunidad para mejorar, para ser, para trascender...




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