La acción sigue al pensamiento...

Estamos dotados de un terrible instinto de supervivencia que nos da prioridad y nos antepone a todo y a todos en lo cotidiano. Por ejemplo, buscamos el mejor asiento en el autobús, o la mejor mesa en el restaurante o compramos la fruta que nos parece más atractiva y mejor para nosotros en el supermercado. 

Esa forma de hacer es parte de un instinto de creación vital llamado ego cuyo propósito es la motivación de la actividad individualizada del ser humano. Está destinado a cumplir tus deseos pero también se activa en momentos de superación personal, ante una grave enfermedad, o en un accidente donde reaccionas poniéndote a salvo e intentando auxiliar a los demás. El ego es un motor de la creación, no tiene polaridad, no se posiciona en torno a el bien o el mal, sino que se rige por tu personalidad y lo que vives en tu vida, impulsando tu creación vital. Pero sí tu personalidad está polarizada entonces tu Ego también lo estará. 

El ego es el motivador o el principio creador de las experiencias en la vida, pero debe sustentarse en otro campo de información más complejo aún, para valorar como positivas o negativas dichas experiencias de la vida. Este campo de información son las emociones.

Las emociones están diseñadas por nuestra mente polarizada entre lo bueno y lo malo, entre la dualidad que se esconde detrás del libre albedrío, para tener un mayor y profundo conocimiento del medio, para saber lo que nos hace sufrir y lo que nos hace realmente felices. Ego y emoción trabajan en constante conexión para expandir la consciencia.

La consciencia es la proyección mental en el presente de todo lo que tu eres, de todo lo que sabes de ti, del equilibro de las emociones y los pensamientos, es tu sabiduría en acción, la suma del conocimiento recibido y su puesta en práctica.

A través de este proceso consciente entre el ego, las emociones y la consciencia de la realidad se desarrolla tu mente y esto te permite tener un mayor conocimiento de ti mismo con respecto al medio donde te encuentras, donde desarrollas tu vida. Te permite madurar, centrar tu atención y dirigir tu propósito en la vida. 
Por lo tanto la finalidad de este proceso es que la mente ordene la realidad. Ya lo decía Einstein: la acción sigue al pensamiento...

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