Océanos del tiempo...

 Vivimos en un océano invisible e indivisible de memorias colectivas, todo lo que la humanidad recrea en la materia, en el día a día, forma parte de una gran sopa cuántica que tiende a incidir en tu proyección personal a través de su gran influjo y que se cierne desde lo más universal hasta tu espacio más cercano. Así pues las memorias colectivas que rigen el proceso cíclico de evolución de la humanidad están configuradas en patrones muy reconocibles para todos nosotros, tales como: los continentes, sus distintos países y razas, las religiones, la política, la economía y la masa social.

Como ves formas parte de un gran puzzle, de un complejo mecanismo que necesitas para poder experimentar y que a su vez tú le eres necesario al mismo. Así pues dentro de este gran espacio colectivo, alejado de tu individualidad que reside en lo más profundo de tu corazón, eres un representante. Representas un papel de identificación personal y social que varía en función del momento y circunstancia determinados. 

Por ejemplo imagínate como eres delante de tu jefe, o delante del médico como paciente, o como eres con tu pareja, o como te comportas en una cena informal con tus amigos. Resulta que estas completamente facetado, utilizas más de un perfil de tu proyección personal en cada momento de tu vida, de tus relaciones, entonces quién puede llegar a conocerte del todo? Quien puede llegar a tu interior para sentir y compartir lo que tu realmente deseas? 

Date cuenta que es aquí donde reside el problema de nuestras relaciones con el resto de la humanidad, no lo hacemos desde el corazón, ni mucho menos desde la mente, lo hacemos automatizados, llevados dentro de ese gran océano de memorias colectivas por una ligera brisa casi imperceptible pero que maneja nuestras velas y hace virar el timón poniendo rumbo hacia lo desconocido, hacia lo incierto de vivir. 

Al estar facetado sólo muestras aquella parte de ti necesaria para la representación del momento, así tu jefe no puede conocerte, eres un simple empleado más; para tu médico eres un dolor o enfermedad a curar; para tu pareja eres una posesión necesaria para avanzar en la vida y para tus amigos eres en apariencia alguien normal con una vida normal. 
Sin embargo tu eres un espíritu libre, el libre albedrío y la sabiduría recolectada en lo cierto de vivir, te dicen que debes alinearte con lo universal, con el colectivo pero sin ser un representante, sino mostrándote desde tu corazón, siendo tu mismo en cualquier circunstancia. Para llegar a este estado de ser, debes abrazar tu espiritualidad. 

La espiritualidad no es más que la proyección de la personalidad en el tiempo, con lo que sí tu personalidad esta disfrazada con el atrezzo necesario para la representación de tus relaciones en el espacio y tiempo de tus días, entonces tú, tu personalidad y tu alma, se esconden detrás de las máscaras y los ropajes que no dejan pasar lo que hay más allá de tu burda interpretación teatral, y que son tu espíritu, tu alma y su proyección en la vida.

La vida no es algo surrecto, y aunque es un océano, no debes ir a la deriva, debes poner rumbo firme, debes otear el horizonte y marcarte un destino. Cuando haces esto todo lo que tienes dentro sale al exterior para navegar contra viento y marea hacia el destino fijado, entonces estás proyectando todo lo que hay en ti, desde tu espiritualidad hacia tu personalidad para llegar a buen puerto...


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