Luces y sombras...

Seguramente fuimos pasto en la montaña, polvo de elevadas dunas o incluso agua que orada y da forma a la tierra ya de por sí quebrada, seguramente fuimos y vivimos estas esencias hasta donde nuestra consciencia propia fue individualizándose y llegó a tomar las riendas de sus experiencias.

En este peregrinar de la evolución de nuestra esencia probamos lo seco y lo húmedo en la consciencia mineral, soportamos lo frío y lo caliente en nuestra ansia de crecer dentro de la consciencia vegetal que indujo nuestro crecimiento vertical y solar, pero aún sin movimiento, y aún así deseábamos seguir creciendo, probando, y vivimos la animalidad, que nos dejó la creación de los instintos básicos, la supervivencia, el hambre y la reproducción y nuestra esencia o consciencia se volvió animal.

Entonces dicen que llegó Dios y que nos tocó cual Adán de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Nos dotó del pleno poder de la creación, nos dio el uso del Libre Albedrío, y nuestra consciencia se expandió creando la dualidad que surje del uso del libre albedrío, es evidente que hablamos del bien y del mal y por lo tanto de la consciencia o esencia de los seres humanos, la animalidad cayó en el olvido y la humanidad se dividió en dos. Y así hemos concebido desde eones de tiempo la vida que vivimos.

Nos posicionamos en uno u otro aspecto de lo que vivimos en nuestros días, frío o calor, blanco o negro, día o noche, bueno o malo, dulce o salado. Vivimos de forma que al elegir un aspecto de la realidad nos perdemos el otro, ¿Acaso eso es libre albedrío? ¿Libre elección? Pues no, si escoges un lado de los opuestos dejas de experimentar el otro, el libre albedrío no parece ahora tan libre, sino condicionado. Y Dios nos dió el libre albedrío, no la dualidad. La dualidad la creó la mente que malinterpretó el regalo de Dios. Y como consecuencia de dicha enajenación mental aquello que llamamos Karma se extendió como una plaga por la consciencia de la humanidad, diciéndote que sí haces el mal recibes lo malo y sí haces el bien recibes lo bueno.

Pero como iba Dios a castigarte por haber cogido su regalo, acaso no será que fallar, fracasar, cometer errores, o simplemente hacerlo rematadamente mal es parte del juego del aprendizaje de la vida y sí aprendes de los errores desde lo malo o más oscuro de ti, y eso te lleva al camino de lo justo y honesto para cambiar u ordenar tu vida, acaso no es esto parte del regalo? Que poder ejercerían ahora el bien y el mal con esta visión de la realidad. No lo dudes tu eres un aprendiz de creador y como aprendiz puedes y debes equivocarte y por eso nadie te va a castigar y él menos.

Recuerda tú pones los límites, tú eres el responsable único y último de tus acciones, se prudente y comedido, pero atrévete a vivir,  a probar y a equivocarte! 

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